Por países, y con la atención centrada en las dos principales economías de la eurozona, Francia y Alemania, el crecimiento de la actividad empresarial se ha materializado para ambas economías en febrero. En Francia, el PMI compuesto se situó por encima de 50 por primera vez desde octubre de 2022 y, aunque el crecimiento fue modesto, la actividad económica creció al ritmo más rápido desde julio de 2022. Mientras tanto, en Alemania, donde la lectura compuesta está más influenciada por las condiciones manufactureras, la actividad global medida por la encuesta PMI se expandió por primera vez desde junio de 2022, cuando la lectura compuesta midió ligeramente por encima de la de este mes en 51,3. En comparación, en el conjunto de la zona euro las condiciones generales de actividad mejoraron considerablemente, con una lectura compuesta de 52,3. Tras una lectura de 50,3 en enero, la aceleración del ritmo de expansión económica a escala de la zona euro es coherente con una lectura positiva del PIB para el primer trimestre.
El foco, no obstante, continúa donde lo dejamos tras el informe anterior: el avance de los precios de los productores en comparación al comportamiento de los precios de venta. En enero ya comenzamos a ver una desviación en el avance de ambos. Mientras la inflación de los costes de los insumos se enfriaba, la de los precios de venta se mantuvo obstinadamente elevada. El crecimiento cada vez menor de los precios de los productores en febrero, principalmente en el sector manufacturero, gracias a la mejora de las cadenas de suministro y a la debilidad de la demanda de existencias para la construcción, ha sido el más lento desde septiembre de 2020. Sin embargo, la mejora continuada de las condiciones de la demanda, especialmente en el sector de los servicios, junto con el aumento de los costes salariales, ha seguido haciendo que el crecimiento de los precios de venta supere al de los precios de los insumos.
Aunque el aumento general de los precios de producción se ralentizó en febrero, lo que supuso un cierto alivio para el BCE al caer la medida agregada a su nivel más bajo en 16 meses, esto se debió principalmente a la caída del ritmo de crecimiento de los precios de producción del sector manufacturero, que cayó a su nivel más bajo en 2 años. Ahora no es sólo el ritmo de crecimiento de los precios de los servicios lo que mantendrá la presión sobre el BCE, sino que hay indicios de que las condiciones de la demanda también están empezando a repuntar, lo que lleva a que las intenciones de empleo sigan siendo altas.
Dado que los salarios son los que más contribuyen a los precios de los insumos de este sector, a medida que las condiciones de la demanda mejoren de forma sostenible y se recupere el optimismo empresarial, es probable que las empresas repercutan los costes más elevados a un ritmo mayor en el consumidor final.
De cara a los nuevos PMI que vayamos conociendo, la atención se centrará en observar si el crecimiento del empleo y el aumento de las presiones salariales continúan siendo visibles en el sector de los servicios y en si las empresas empiezan a mostrar una mayor disposición a repercutir estos precios sobre los consumidores. De ser así, los planes podrían cambiar para el BCE, que podría verse obligado a aplicar una subida de 50 puntos básicos en su reunión de mayo, un resultado que supone un riesgo para el actual tipo terminal fijado en los mercados (3,63%).