Parece como si jamás hubiésemos sido testigos de lluvias torrenciales desbordando ramblas, o de inundaciones dejando a personas aisladas sobre los coches y los árboles, o de choques de placas tectónicas produciendo seísmos con virulencia en casi todos los continentes. Y, lo que resulta más descacharrante y penoso, es que todo cuanto sucede en relación a esos fenómenos que tantos estragos producen, sin rubor y repentinamente, se le imputan directa y totalmente a la mano destructora del hombre, que está dolosamente volviendo loco al clima.
Debiera parecernos hilarante sino fuese por lo que subyace tras esta narrativa a través de la que se pretende imponer miedo: y lo que hay es un objetivo de control de la población -especialmente la más mansa, la más lanar, la más hipocondriaca-: la europea. El moldeamiento de las conciencias, hasta dejarlas hechas plastilina o -peor- vacías, es diariamente implacable. No hay límites a este rodillo ni vías de escape para quienes apelan al pensamiento crítico e intentan escapar de ‘la apisonadora de los verdes’.
Los poderes -no sólo los dictatoriales- se han distinguido y se distinguen, milenios después, por intentar regular a su antojo las emociones de la masa, hasta anestesiarla. Y en eso estamos. En un gigantesco ejercicio de manipulación para el que casi todos los métodos comunicativos, marketingnianos y publicitarios son justificables; y a través del que se busca reducir y devolver a las personas, intelectualmente complejas, a la inferior categoría de primates.
Pocos individuos, descontando algunos botarates o bárbaros o insensibles, pensarán que no hay que cuidar el planeta en que vivimos. Es y ha sido históricamente un planteamiento incuestionable y paralelo fundamentalmente al desarrollo de las sociedades postindustriales. Pero menos quedan cada día -lo que es una pésima noticia- dispuestos a levantar la mano y pedir un tiempo muerto para debatir (sin sofismas ni dogmas ni delirios ni mentiras) sobre la necesidad de poner pie en pared frente al terror climático. Hay que cultivar, abonando con el uso de la razón y antes de que sea demasiado tarde, ese campo de fertilidad.
· Para ampliar información: https://www.casadellibro.com/libro-cambio-climatico-sin-complejos/9788416921904/11572528