Porque el de Protos es un laboratorio maravilloso, donde se matiza y precisa el sabor de lo artesano, el vino que ha ido pasando por los lagares antañones del castillo de Peñafiel, al fondo, en la loma náutica del barco medieval sobre los trigales castellanos. Hay una decantación de los siglos en cada trago, qué duda cabe, que trae un retrogusto de siglo XV, por ejemplo, cuando los grandes señores feudales batallaban, leían e investigaban, como el infante don Juan Manuel (1282-1348), que reconstruyó el castillo original del siglo X y entre sus muros escribió El conde Lucanor. Una literatura que no quiere ser best seller, aunque lo sea por derecho propio, sino que discurre tranquila por los meandros que iluminan el mundo sin que se note, poniendo claridades y una copa de buen vino tinto a las sombras de los tiempos crispados que nos ha tocado vivir.
Nos cuenta Fernando Villalba, director de comunicación de Protos, amabilísimo madrileño enamorado de Valladolid, que la revista Drinks Internacional ha incluido en su ranking de las 50 marcas de vino más admiradas del mundo de este año a Protos, junto a Vega Sicilia, como las dos únicas bodegas de Ribera del Duero. No es para menos. La elección se ha realizado según criterios de calidad y consistencia del vino, el precio por ratio de calidad y la fuerza de la marca y marketing
El director general de Bodegas Protos, Carlos Villar, nos revela también un dato: antes incluso de la D.O. Ribera del Duero, ellos ya estaban allí, en 1927, cuando se llamaban Bodega Cooperativa de Peñafiel, “La primera en la ribera”, o incluso se acercaron en 1970 a la loma de la fortaleza, cuando horadaron la montaña para albergar en su vientre una bodega de crianza, para criar los vinos en barricas a lo largo de más de dos kilómetros de galerías excavadas en la tierra que, a modo de laberinto, guardan una gran parte del misterio –el milagro– Protos.
El Ágora de Protos, enclavado en el edificio histórico de 1927, tiene restaurante, enoteca, “wine bar”, terraza acristalada y al aire libre, donde se encontraba la antigua báscula de uva utilizada en época de vendimia, y parking, punto de partida de la experiencia gastronómica de Protos. El edificio principal (la antigua bodega del 27) ha mantenido su estructura exterior, respetando sus grandes pilares y utilizando materiales como el ladrillo, la madera y piedras del lagar. Ágora ofrece la cocina más vanguardista junto a característico lechazo castellano: unas exquisitas mollejas, un combinado de setas de temporada y, cómo no, las riquísimas chuletas hechas con leña de encina, preparadas por los maestros asadores parrilleros Juan Pablo Rincón y Julián Anaya. Y como culmen, dos disfrutes gozosos que rozan lo sublime: el Limón, con albahaca, mousse de limón, lemond curl y mimético de limón, y el postre de pistacho, idea del chef Javier Sánchez Macareno. Luego, cuando volvemos a ser dueños de nuestra voluntad, miramos de otra forma el mundo castellano y sus paisajes, que nos vienen a los ojos ya con el maridaje de los sabores. En este momento, cuando nos vamos, es cuando se es consciente de nuestro inagotable patrimonio cultural, que es como la primera vez que miramos el mundo, y cuando un viajero mira la firme infinitud de Castilla, sus montañas, se sabe siempre criatura de esa tierra, y ya es un ser nuevo el que contempla la fértil sequedad de esta arcilla, la astringencia dulce que nace del viñedo y de su historia milenaria
Protos proviene del griego “Primero”: efectivamente, es la bodega pionera que desde 1927 se ha mantenido fiel a su lema de ser primera al ofrecer la máxima calidad y ser muy valorada en los mercados internacionales de cien países de los cinco continentes. Gracias a sus nuevas instalaciones diseñadas por el arquitecto ganador del Premio Priztker Sir Richard Rogers, se sitúa a la vanguardia en el panorama vitivinícola y enoturístico y es la bodega más visitada de la Ribera del Duero y la primera a nivel nacional en obtener el certificado de “marca de excelencia” por el prestigioso organismo internacional Superbrands.