Suerte

Si quieres expandirte aléjate del llano, elige subir la pendiente, ascender la cuesta dejándote el resuello en ello; sabrás que el precio en sudor y renuncia que vas pagando es el adecuado cuando no todos pero si muchos de los que te rodean eufóricos con la palabra te animen a continuar, pero a la par lo que te transmitan con sus ojos sea un diáfano “ni de lejos en esta te acompaño”.

Y también mirando a sus ojos pero tu abiertamente desafiante y sin esconderte en respuesta “a la cara le piensas” para este viaje entre uno como tú y una cantimplora muda, como compañía prefiero de lejos la leal utilidad que me proporciona, mientras le quede dentro una gota de agua, esta última.

Focalizado en el empeño, luego de pasado un inexcusable tiempo que a ratos se hace muy largo, cuando tras no pocos errores, resbalones, golpes, puntuales fracasos y frustraciones no cediendo al desasosiego por obstinación se hace cumbre, de necios es no reconocer cierto favor y la ayuda de los hados, y en el fuero interno se debe agradecer sinceramente tal patrocinio por la vía de no sentirse uno superior, pues uno no lo es en absoluto.

Pero también es justo y legítimo sentirse, no exento de cierto orgullo, sabedor de haber recorrido una senda que en cierto modo dependiendo de la ocasión y según el caso te pone o te quita un punto que marca una diferencia.

Entonces es cuando alguno de aquellos que con su bocaza te dijo sigue así machote no te desanimes, mientras sus ojos expresaban condescendientes “ahí te quedas que yo prefiero hacer discoteca”, quien con un estúpido atrevimiento osa escupir bellotas con un ¡Joder tío, qué suerte tienes!

Porque que no te engañe aquello de “si no toca, ni aunque te pongas; y si toca, ni aunque te quites”; obviamente tal aseveración vale para los imponderables por su innata inevitabilidad y ser imprevisibles, y sobre todo es muy cierta como ha quedado sobradamente acreditado para las loterías; también por supuesto para la de Navidad. Más vale pronto aprender que a la dependencia del azar no se le hurtan ni se le restan probabilidades de arbitrariedad permaneciendo permanentemente inmóviles.