En el mundo de la empresa, los trabajadores (por cuenta propia o ajena) corren el riesgo de enfrentarse a una demanda y a tener que indemnizar a las personas que sufran daños como consecuencia de esa actividad profesional. En estos casos, un seguro de responsabilidad civil y profesional resulta de gran ayuda, pues puede cubrir esas posibles indemnización. De no contar con él, esa compensación parte del patrimonio personal o el de la empresa. Los seguros de este tipo cubren los daños materiales o personales que los trabajadores generan como resultado de su actividad, tanto si se debe a un error como si están producidos por una omisión. La aseguradora asume esa responsabilidad económica, aunque dentro de unos límites que están establecidos por contrato.
¿Qué profesionales o trabajadores pueden acudir a estos seguros?
Cada vez hay más profesionales que toman conciencia de la idoneidad de mantener cubierta su responsabilidad civil. Abogados, ingenieros y arquitectos están entre las colectivos que más suelen contratar este tipo de seguros.
El sector de la construcción es otro que ha asumido las consecuencias que puede ocasionar una mala praxis en el trabajo. Pero si hay que destacar una parcela laboral, nos quedaríamos con la sanidad. Los sanitarios han visto cómo las demandas presentadas han aumentado considerablemente en los últimos años, lo que lleva a muchos trabajadores a contratar con un seguro de responsabilidad profesional.
En cualquier caso, por lo general la exigencia de responsabilidad profesional puede hacerse a trabajadores de cualquier disciplina social. Ya hemos hablado de la rama legal, pero hay otras como los administradores concursales, los de fincas, las agencias de publicidad, de viajes, de relaciones públicas, los promotores inmobiliarios, los árbitros mediadores, los guías turísticos, trabajadores de los medios de comunicación, peluqueros, fontaneros… La lista, como puedes imaginar, es enorme.
¿Qué coberturas son esenciales en los seguros para empresas?
Como en otros muchos casos, las prestaciones de un seguro de responsabilidad profesional son las que verdaderamente van a convertir en bueno o no al seguro. En este sentido, las coberturas que resultan clave para las empresas son varias, pero queremos reseñar cinco.
La primera es una básica, la responsabilidad civil general, que es la destinada a cubrir daños corporales, materiales y reclamaciones que pueden surgir durante operaciones comerciales normales.
A esta hay que añadir la responsabilidad civil profesional, que está dirigida más específicamente a empresas que ofrecen servicios profesiones. Esta cobertura ofrece una salvaguarda a empresas y autónomas en caso de recibir reclamaciones por errores, negligencia en la prestación de servicios u omisión en los mismos.
Un paso más allá va la responsabilidad civil de productos, que también es muy concreta y está pensada para compañías que fabrican, distribuyen o venden productos. En caso de que uno de estos cause un daño en un cliente, el seguro responderá compensando a esa persona.
En el ámbito de la protección del entorno está la responsabilidad civil medioambiental, una póliza muy aconsejables para empresas que operan en escenarios con riesgos medioambientales. No solo cubre los daños al entorno, sino también las obligaciones legales que surgen de estas situaciones.
Otro escenario interesante se abre al proteger a los directivos y altos cargos en caso de que lleguen hasta la organización demandas o procesos legales relacionados con decisiones comerciales y la propia gestión de la empresa.
Como podemos comprobar, hay decenas de coberturas que forman parte de los seguros de empresas, por lo que elegir estas pólizas obliga a analizar bien los riesgos a los que se enfrenta cada compañía o trabajador por cuenta propia. Así, un ejemplo muy visual son las actividades vinculadas al transporte, ya sea de personas o de mercancías. En esos casos, parece lógico contratar un buen seguro de accidentes.
¿Cómo contratar un buen seguro?
En la tarea de la contratación de seguros, las alternativas son dos: testear bien el mercado desde un nivel interno, es decir, que sea la propia empresa o el trabajador autónomo el que recopile toda la información, o bien externalizar esta labor en manos de un mediador de seguros.
La segunda opción resulta interesante porque son profesionales expertos en este mercado que comprenden las necesidades específicas de cada empresa. Además, los mediadores no solo trabajan al servicio de las empresas, sino que mantienen una estrecha relación con las compañías aseguradoras. Esto les lleva a negociar términos y condiciones más favorables, asegurando que el cliente va a acceder a la protección que va buscando al mejor precio posible.
Como conclusión, los seguros de responsabilidad profesional actúan como un elemento extra para garantizar la estabilidad y el éxito empresarial. Al tener cubiertos los riesgos más comunes según la actividad laboral, la empresa o los trabajadores autónomos ganan en tranquilidad y confort, lo que les va a llevar a mejorar su productividad.