La dilatada política de sanciones contra Teherán no sólo se ha manifestado insuficiente para contener la agresividad y letalidad del régimen sino que, lejos de haberse ampliado o reformulado, se ha mantenido como un mecanismo ya en gran medida oxidado. Y esto, mientras han sido los propios sicarios de los ayatolás los que, bajo el paraguas oficial de la teocracia, han elaborado listas negras de enemigos a batir como ha acreditado, con la voz todavía quebrada por las lesiones cuasi-mortales en la cara, Alejo Vidal-Quadras.
Hace ya casi dos décadas (se dice pronto), Bruce Bawer publicaba el estimulante y celebrado ensayo Mientras Europa duerme: de cómo el islamismo radical está destruyendo Occidente desde dentro. Veinte años después no sólo no hemos aprendido como continente a eliminar ese riesgo, el de ese Caballo de Troya que representa el Islam militante ya asentado entre nosotros que, lejos de atenuarse, se ha incrementado.
Ahora, por añadidura, nos topamos con la amenaza que representan los sanguinarios ‘hit squads’, escuadrones de sicarios que pueden penetrar el continente para, en pleno barrio madrileño de Salamanca, ejecutar fríamente un asesinato y volver a sus guaridas. ¿Servirá el caso de Alejo para que por fin abramos los ojos y reaccionemos, o por el contrario pararemos el despertador, nos giraremos y seguiremos durmiendo?