Desafortunadamente, se le presta poca atención a la realidad de que en la era de la globalización, entre 1980 y 2019, prácticamente todas las economías mejoraron sustancialmente. Sin duda, el libre capital y los flujos de mercado fueron y son productores muy poderosos de riqueza global. De hecho, ese es el motivo de que nuestros equipos apoyen con éxito a compañías que deciden internacionalizarse dado que ese es uno de los últimos recursos de crecimiento.
En este contexto, guerras como las que hay en Rusia, Ucrania y Palestina, el Brexit y el MAGA (MakeAmerica Great Again, Haz que América vuelva a ser Grande) de Trump, así como otras barreras de mercado son una receta perfecta para tener problemas. En consecuencia, el hambre y la reducción de la riqueza en grandes partes del mundo aumentarán, así como lo hará también el flujo de refugiados. Para los políticos populistas es fácil culpar a los extranjeros y a la industria de esos problemas, mientras imponen restricciones comerciales. Pero la falta de competencia hará que aumenten los precios y no ayudará a nadie.
La decreciente competitividad de los negocios europeos en relación con Estados Unidos, China y otros rivales se ha convertido en un problema crítico para las mayores industrias del continente, provocando la aparición de un trascendental debate político dentro de la propia Unión Europea acerca de cómo proteger su mercado único mientras mantiene a su vez sus objetivos de transición medioambiental líderes en el mundo.
Por estas razones, estoy absolutamente convencido de que la idea glocal para internacionalizarse, por medio de una visión global y una aplicación local, continuará siendo una herramienta poderosa para mejorar los negocios internacionales y, con ello, mejorar a su vez el bienestar en prácticamente todos los países.
Hago un llamamiento a todo el mundo para que sigamos trabajando en esa misión.