Así supimos que Illa, o el PSC, partido hermano del PSOE y apoyo del sanchismo, se prestó a burlar una vez más una sentencia del Constitucional, ya incumplida impunemente por otra parte, cambiando la Norma vigente de suerte que Puigdemont et alia pudiesen votar en el Parlamento autonómico de forma no presencial. Y en esa misma semana resulta que el sanchismo se vuelve a saltar a la torera nuestra Carta Magna por dos veces. Y eso se produjo en la presentación y aprobación de la Ley de paridad en la que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, retiró del Senado la facultad de decidir sobre el techo de gasto otorgándose así plena arbitrariedad en el control del gasto público. Tal vez deberíamos escribir que con ello el Gobierno se opone a la jurisprudencia vigente y al espíritu y sentido común propios de nuestra Constitución, ya que en España, constitucional , lo que se dice constitucional, sólo es lo que decide el Tribunal Constitucional de turno, y ello desde hace lustros.
Pero es pertinente recordar hoy que quien retuerce la Constitución es quien lleva afirmando desde hace 5 años que su Partido rival, el PP, ha incumplido dicho texto al no aceptar el Consejo General del Poder Judicial que le quería imponer el PSOE y aliados. Falacia más zafia es difícil de encontrar, ya que era responsabilidad de las dos Cámaras de Las Cortes renovar el Consejo, y no de los Partidos políticos, y, en todo caso, si la realidad es que la Justicia es partido-dependiente hasta la médula (¡anatema democrático!), tanta responsabilidad tendría un Partido como otro de no llegar a un acuerdo sobre 20 nombres. La realidad es que apelar a la constitucionalidad en casi cualquier cosa que haga la Generalidad hispano catalana o su Paralamento es un triste chiste, o, como decía mi abuelo (el catalán) “ni es chiste, ni eexchistirá…”. Tan verdad es eso como que cada día resulta más difícil saber qué diantre es constitucional o no, y qué significa no ser constitucional, según el gusto del consumidor. Suponemos que no tener Constitución, como le ocurre a la Confederación británica, no es cosa deseable para asentar una democracia liberal moderna, pero… ¿y si fuera peor tener varias Constituciones al mismo tiempo, cambiables, retorcibles, mudables, estrujables, reinterpretables de raíz, según las necesidades del poder…? Porque en esas estamos.