Pedro Sánchez y su equipo se muestran extremadamente hábiles en practicar esa táctica, en dominar los tiempos, en lanzar socolores, en desviar la atención, en sólo hacer pensar en el cortísimo plazo. Les aseguramos, por ejemplo, que la fecha elegida para traer a España como asilado al presunto Presidente electo de Venezuela, coincidente con un “delicado” comité federal del PSOE actual, no es coincidencia. Pero eso se va a empequeñecer rápidamente por las confesiones morbosas de un ex ministro sobre sus escarceos, lo que vendrá desplazado urgentemente por el morboso debate Harris-Trump y así…En estos momentos, el consejo de nuestro sabio amigo de parar, serenarse, poner las luces largas y reflexionar antes que reaccionar…con las tripas, se convierte en el mejor de los consejos.
Añadiríamos además que debemos aprovechar esa serenidad recobrada para separar el grano de la paja y preocuparnos, que no angustiarnos, por lo que de verdad merece la pena y tiene importancia para el futuro de nuestros descendientes y de nuestros compatriotas. Citaremos dos ejemplos, uno de ellos de la semana pasada como es de rigor. Hace poco más de un mes, en esta Nación común supuestamente definida y protegida por una Constitución, ya fantasmagórica, un Instituto armado del Estado mandatada por un juez del Supremo para detener a un fugado de la Justicia española, despreció la orden judicial y colaboró en que el presunto delincuente enemigo del Estado y, por ende, del bien común, realizara un acto político sedicioso y, por supuesto, se fugara posteriormente con toda tranquilidad y garantías. En cualquiera de las democracias de la UE, incluido Bélgica, esto es un acto de sublevación y hubiese desencadenado las medidas más severas con la intervención inmediata y fulminante del jefe del ejecutivo, cuando no del jefe del Estado (Francia por ejemplo). Fíjense bien, un Instituto armado del Estado, pagado por el Estado (todos nosotros), facilita las actividades de un proto golpista perseguido por la Justicia y su posterior fuga al extranjero. Lo repetimos por la enormidad. ¿Cuáles fueron las reacciones? Chascarrillos. Rápidamente olvidados, o tapados, por cualquier noticia morbosa del día siguiente. Sin embargo ese día el Estado de Derecho, la seguridad y convivencia entre españoles y la protección de los derechos civiles de millones de ciudadanos habían recibido un rejón de muerte.
Y hablemos de anteayer. El Presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado que gobernará, si se tercia, sin contar con el legislativo. Es decir sin contar con la voluntad del pueblo soberano recogida en el Parlamento (malamente recogida, probablemente, por una mala ley electoral). De nuevo nos repetiremos. El Presidente del Gobierno del Reino de España afirma que gobernará sin contar con el legislativo, que sólo le ha servido para nombrarle y usar decretos leyes. ¿Ha habido reacciones? ¿Nos hemos preguntado a qué tipo de régimen nos lleva esa actitud? ¿Recordamos qué naciones en el mundo son gobernadas por un César que pasa de judicial y de legislativo? Pues nuestro porvenir depende de ello grandemente. Del señor Ábalos o del Señor Edmundo González, no.