Juntar todo en el mismo saco e intentar colocarles ante el mismo espejo y bajo los mismos adjetivos, además de que es demasiado cómodo, nunca da buen resultado porque se cometen, de seguro, agravios e injusticias. De ser cierto que Irán está construyendo bombas atómicas y nucleares, bien hecho entonces el haberles parado los pies, pero está por ver que nos se nos vuelvan a colar las armas de destrucción masivas que acabaron con la vida de Sadam Hussein en Irak hace 22 años años, pero que todavía estamos por verlas en alguna fotografía.
Hoy empieza la reunión de los componentes de la OTAN. Y dos son las cuestiones que llaman la atención. Por un lado el ridículo papel que volvemos hacer los españoles, todos en el mismo saco por obra y gracia de un moribundo Sánchez que se empeña en destrozarnos como país con tal de salvarse él, haciendo ver que no está por la labor de invertir lo que el colectivo determina, pero, eso sí, sin abandonar el equipo, dejando la impronta de lo mal jugador que es. Lo esencial es que ya sólo engaña a a quien se deja. Todos sabemos que no invierte lo que le piden porque no puede, no porque no quiera, le gustan más estos saraos que un tonto un lápiz. Pero claro, es un lápiz que está a punto de perder, y sin él poco le queda para iniciar su periplo a ala sombra de alguna cárcel en España durante, espero, bastantes años. Ni tiene presupuestos, ni sus socios, cada vez más menguantes en diputados y en sondeos de opinión, le permiten que mueva una sola coma.
Tiene suerte Sánchez, demostrando que tiene más vidas que un gato, porque ha encontrado en Mark Rutte, presidente del sarao este del Atlántico Norte, a otro listo como él. Leer y escuchar el mensaje de peloteo integral y masajeo máximo que le envió al indiscreto de Trump, nos hace ver que todo esto va de lo que va, cada uno a defender su parcela, y la seguridad, que es lo importante, que la salve quien pueda. Menudo espectáculo. Sánchez dice una cosa, Rutte otra, pero todos tan amigos y juntitos a la cena de gala.
Eso sí, mientras medio mundo critica a Donald Trump por haber bombardeado tres centros de futura destrucción masiva, ubicados a centenares de metros bajo suelo maldito de Irán, nadie se acuerda ya que es a él mismo, incluso antes de que tomara posesión de su cargo el pasado 20 de enero, al que pedíamos hace menos de seis meses que interviniera en Venezuela, para sacar, aunque fuera con los pies por delante, al sátrapa que ahoga a sus paisanos y acorrala la democracia y el futuro en ese país.
Somos así. Me queda la duda de si sólo somos los españoles o este analfabetismo pueblerino integral melancólico, también es correligionario al resto del mundo. Resulta que Trump no es lo que creíamos que iba a ser porque no ha liberado a los venezolanos del sátrapa que los aniquila, pero es malo por atacar, aunque sea tan levemente, un régimen, el de los ayatolás iranís, que cuelgan a los homosexuales y asesinan a las mujeres que no se ponen el velo. Ver para creer. Ojalá no tardemos demasiado tiempo en encontrar la fórmula que devuelva al planeta al sendero de la lógica, porque aunque la historia nos ha venido demostrando que cualquier época fue felizmente superada, la de ahora es también la primera vez que nos toca vivirlas, y hay tanto tonto suelto que si se elevasen a la misma vez, se nublaba el sol. Mientras eso llega, disfruten lo votado.