Cinco pilares de la comunicación para una buena amistad
1.- Los amigos nos ayudan a comunicar emociones y afectos. A través del diálogo y la conversación podemos encontrar y hacernos amigos. Esa comunicación debe ser muy directa y proactiva manteniendo siempre la llama viva de esa relación a pesar del tiempo y el espacio. Un amigo de la infancia que se conserva, es el mejor hallazgo personal que podamos tener a lo largo de nuestra vida, si cuidamos esa relación. A un amigo le puedes contar tus “secretos”, le puedes transmitir tus emociones e intercambiar afectos y estima.
2.- Los amigos son la mejor medicina para la soledad no deseada. Si sabemos fraguar una amistad que perdure, seremos capaces de tener a nuestro lado el mejor aliado para la compañía y evitar la soledad no deseada. Este aspecto es especialmente necesario en el ámbito de las personas mayores que necesitan cariño y comprensión en todo momento y a veces echan en falta la compañía física, el abrazo, la mirada a los ojos, las palabras y el tono suave de la voz que acaricie su oído.
3.- Una buena amistad sube la autoestima. La relación con las personas que queremos nos hace sentirnos bien, dignos e importantes, que crezcamos y que nos situemos en el centro de atención de una amigo o amiga a la hora de compartir sensaciones y vivencias. El consejo de un amigo es el mejor antídoto del estrés y la ansiedad que nos produce creer que no podemos superar una situación difícil.
4.- Los amigos contribuyen a que desarrollemos habilidades sociales. El contacto con otras personas de nuestro entorno hace posible que adquiramos destrezas y hábitos de comunicación como la facilidad de expresión, el manejo de los mensajes y la estrategia de la gestualidad a través del diálogo no verbal. La mirada en una u otra dirección, la sonrisa, la posición de nuestro cuerpo y de las manos, contribuye a nuestra formación personal en el entorno social.
5.- Los amigos son tan importantes que es necesario saber de quien nos rodeamos. En etapas adolescentes de los hijos, hay que observar especialmente con quien se relacionan, qué edades tienen, qué objetivos buscan, qué estudios cursan y qué proyecto de vida tienen. Hay que prestar mucha atención a las “amistades peligrosas” que pueden torcer la vida de un joven. Sin embargo, la relación amistosa en positivo dará a los niños y niñas alas para fomentar los afectos y desarrollarse mejor como individuos valiosos en el futuro. “Quien tiene un amigo, tiene un tesoro”
Julio García Gómez es director de comunicación de la Fundación Casaverde y director del Diploma de Comunicación en Salud para la relación de los profesionales de sanidad con los pacientes de la Fundación Economía y Salud.