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Vicálvaro, en la encrucijada de su historia

· Por J. Nicolás Ferrando, director de Artelibro Editorial

Vicálvaro, en la encrucijada de su historia
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Vicálvaro es mucho más que el distrito número diecinueve de Madrid. Sus algo más de treinta y cinco kilómetros cuadrados atesoran una historia singular de más de siete siglos que la capital de España no puede ni debe ignorar. Hasta 1951 —hace casi setenta y cinco años—, Vicálvaro fue un municipio independiente, con una administración propia y un fuerte sentido de pertenencia.
Vicálvaro, en la encrucijada de su historia

También es un distrito muy especial para Artelibro Editorial. Prueba de ello es que hemos confiado a autores vicalvareños —a diferencia de lo ocurrido en los restantes veinte distritos— la autoría de los dos libros que hemos publicado hasta la fecha: Vicálvaro y la Vicalvarada, firmado por la profesora Lourdes Sánchez, y Los alcaldes de Vicálvaro (1851-1951), de los investigadores Agustín Fernández Escudero y Valentín González Gálvez. Asimismo, están en marcha otros tres proyectos bibliográficos que espero fervientemente que vean la luz próximamente, aunque quienes me conocen saben que no me gusta hablar de libros que aún no se han publicado.

Vicálvaro es, además, el único distrito madrileño que cuenta con un museo popular construido por sus propios vecinos. Se trata de un logro fruto del tesón y la fuerza de la Asociación Histórica Vicus Albus y de su presidente, el ya mencionado Valentín González Gálvez, que ha sabido conservar con coraje, gallardía y también con un punto de audacia un patrimonio que hoy pertenece a todos. Lamentablemente, este museo todavía no forma parte de la red municipal de museos de la ciudad, pese a la excelente disposición mostrada por la actual Junta Municipal de Vicálvaro, presidida por el concejal Ángel Ramos Sánchez.

En los procesos de formación de los núcleos urbanos que conforman diversas capitales de Europa y del resto del mundo, la unión de muchas identidades para configurar un gran conjunto ha sido una tónica habitual. Ahí están casos tan elocuentes como Berlín, Tokio, París, Londres, Roma o Ciudad de México. Madrid no iba a ser menos y, entre 1947 y 1954, anexionó numerosos municipios independientes como Carabanchel, Vallecas, Villaverde, Barajas, Hortaleza, Chamartín de la Rosa, Canillejas, Fuencarral, El Pardo, Canillas o Aravaca. También Vicálvaro.

Es indudable que la unión ha hecho la fuerza y que Madrid se ha consolidado como una ciudad vanguardista, puente entre Europa y Latinoamérica, donde todo el mundo quiere vivir o invertir. Una ciudad cuya planificación y presupuesto han llegado a todos los rincones, y en la que Vicálvaro, en plena encrucijada de su historia, no es la excepción. De hecho, registra el mayor crecimiento en proyección y en población de la capital en estos últimos años. Está, sin exagerar, en uno de sus mejores momentos.

No se puede ignorar que algunos vicalvareños guardan en lo más profundo de su corazón la idea romántica y utópica de volver a ser aquel pueblo del que todo el país habló cuando se desató la Vicalvarada; o el lugar casi mágico donde hizo su fortuna Juan de Mata Sevillano y Fraile, el duque de Sevillano; o donde ejerció la medicina con un compromiso inquebrantable el doctor Antonio de Andrés Martínez. Es muy legítimo albergar ese sentimiento, pues hay una historia que merece ser recordada y transmitida a la posteridad. Sin embargo, la tarea —social e institucional— de quienes creemos que Vicálvaro es parte esencial de un conjunto identitario mayor consiste en subrayar que su futuro debe edificarse desde la memoria, pero orientado al progreso y a la integración plena en la gran ciudad que es Madrid.

Considero que el 75.º aniversario de la anexión de Vicálvaro a Madrid, que se celebrará en el otoño de 2026, debe convertirse en una oportunidad para reforzar tradiciones, actualizar símbolos y proyectar la identidad de un lugar que nunca ha renunciado a tener voz propia dentro del conglomerado urbano que es, nada más y nada menos, que la capital de España. Esa voz solo podrá afirmarse mediante la cultura: a través de los libros, las exposiciones, las artes escénicas, la memoria compartida y las iniciativas vecinales. En definitiva, mediante todo aquello que haga de Vicálvaro un distrito con raíces firmes y un porvenir ambicioso. Estoy convencido de que así será.

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