Los comicios del 26 de octubre decidirán la renovación de la Cámara de los Diputados y la mitad del Senado. Previamente se ha celebrado la votación legislativa en la provincia de Buenos Aires, que por sí sola alberga una tercera parte de la población nacional y representa alrededor del 40% del electorado. Una prueba de fuego infausta para el Gobierno de Javier Milei, cuyo ejecutivo alcanzó el poder utilizando el populismo más descarado y asegurando que enterraría el tradicional modus operandi de una clase dirigente que resaltó por su incompetencia y una corrupción endémica. Los compromisarios anhelan regresar al periodo entre las dos guerras mundiales, cuando disfrutaron del bienestar de la quinta economía mundial atrayendo a millones de emigrantes europeos.
En su discurso inaugural el 10 de diciembre de 2023 el economista prometió “acabar con la casta política parásita, ladrona e inútil” (es posible consultar la comparecencia integra al enlace https://cuturl.cloud/wGav8N) que ha hundido este país (…). Hoy damos el primer paso hacia la reconstrucción, el modelo de decadencia ha quedado atrás”. Tonos claramente influenciados por el lema trumpiano del Make America Great Again (MAGA), siendo muchos más los puntos en común entre los dos mandatarios. Las similitudes incluyen también la aversión a cualquier forma de control por parte de órganos constitucionales independientes, el poder judicial, una prensa libre y reporteros críticos. El encuentro entre ambos gobernantes en Washington ha reforzado la imagen del bonaerense como un peón del tycoon, cuyas promesas de socorrer la maltrecha economía albiceleste dependerán del mismo resultado electoral.
Al haber transcurrido un año y medio, es posible trazar un primer balance de la administración Milei, heredero de una situación económica y social desastrosa por los 16 años de gobierno del matrimonio Kirchner, último reducto del peronismo, y el lustro de liberalismo de Mauricio Macri. En diciembre de 2023 la tasa de inflación mensual era del 20% - aquel año el aumento de los precios alcanzó el 210% - y la moneda se devaluó del 50% con un cambio oficial de 350 pesos por un dólar. Las reservas del Banco Central alcanzaban mínimos históricos por la emisión descontrolada de la moneda. La pobreza endémica afectaba al 42% de la población y un 60% de los menores carecía de suministros básicos. La inseguridad y el consumo galopante de drogas entre los jóvenes alimentaban una frustración y desconfianza hacia la política y los partidos. La franja de edad entre los 18 y los 24 años votó masivamente al anarcocapitalista “por mera desesperación, difícilmente Milei lo hará peor de sus antecesores” matizaba una estudiante de la Universidad de Buenos Aires.
Como bien resume Sergio Berensztein, analista del periódico La Nación, “Argentina está tan enferma de populismo que, para derrotar al peronismo, era necesario otro similar en sus aspectos formales, pero opuesto en los parámetros esenciales” (es posible consultar el artículo al enlace https://shorturl.at/CDES2). Es importante desbaratar la fábula de que Milei sea un fenómeno germinado espontáneamente. Trátense del resultado de un largo proceso de transformación social que se ha ido vertebrando en la última década y que las fuerzas políticas tradicionales, especialmente el peronismo, no han sabido captar. La “derechización sociológica” que está afectando a las grandes potencias occidentales tuvo su primordial laboratorio en Argentina. Las nuevas generaciones, cansadas del maniqueísmo de la clase dirigente, asimilaron los principios del liberalismo en detrimento de la retórica asistencialista estatal.
Desde Córdoba hasta la Patagonia la informalidad y la precariedad laboral se han convertido en la norma y el acceso a las nuevas plataformas digitales facultó la difusión de mensajes simplistas que consiguen aceptación entre los más desamparados. El triunfo de Milei no debe analizarse como una compleja operación electoral, simplemente logró cazar la ola perfecta y mantenerse en la tabla. El mercado se percibe como espacio de oportunidad, mientras que el sector público es recibido como ausente, lento e ineficiente.
El periodo entre 2003 y 2011 representó un mero espejismo de prosperidad económica gracias a la exportación masiva de soja. Toda mejora financiera era celebrada como un título futbolístico al hilo de la terrible experiencia del congelamiento anual de los depósitos bancarios de 2001 ordenado por Fernando de la Rúa y el entonces Ministro de Economía Domingo Carvallo. Liderada por Néstor Kirchner, el país logró saldar sus deudas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y se generaron mejoras sociales indiscutibles. Un periodo que las nuevas generaciones ni han experimentado y mucho menos recuerdan. Lo que mejor conocen es la inestabilidad y la precariedad.
Milei ha sabido cabalgar el descontento e inocular en sus acólitos postulados que se consideran irrefutables. La justicia social es sinónimo de robo, y reunirse en manifestaciones equivale a luchar como Don Quijote contra los molinos de viento. Asimismo, el libre mercado representa el único espacio de oportunidades mientras que el Estado sólo impide el crecimiento.
El mandatario defiende posturas que se sustentan en principios económicos: la inflación no se puede detener sin recortar el gasto público, contención del déficit y de la emisión de dinero ilimitada del Banco Central. Pero su dialéctica es polarizadora y genera efectos extremistas, divisivos y por supuesto ineficaces. El bonaerense ganó la segunda vuelta electoral contra Sergio Massa, pero la Libertad Avanza – su partido – consiguió 38 diputados de 257 y 7 senadores de 78. La continuidad del Gobierno depende de los acuerdos rubricados con la facción más conservadora de la Propuesta Republicana (PRO).
Milei ha nombrado únicamente 9 ministros seleccionados entre tecnócratas liberales y antiperonistas. El paquete de medidas implementado por Sergio Caputo, responsable de Economía y ex colaborador de Mauricio Macri, ha ocasionado un recorte del gasto público del 30% con una perdida adquisitiva para millones de jubilados y el despido inmediato de 30 mil funcionarios. También acotó los generosos subsidios a electricidad, transporte y agua que brindaba la administración kirchnerista.
Para demostrar que no claudicará ante las movilizaciones sociales cada vez más beligerantes, la responsable de Seguridad Patricia Bullrich anunció estrictas medidas de seguridad como el aumento de las penas y sanciones a quienes cortan las principales rutas o interrumpen el tráfico en zonas estratégicas de la capital. Un modus operandi utilizado por los piqueteros, colectivos violentos que han logrado ejercer una presión sobre los estamentos locales. La gran mayoría está conformada por los denominados “barras bravas”, sujetos con enciclopédicos historiales delictivos que manejan a su antojo todo el millonario negocio relacionado con el fútbol. Una lacra que ha provocado verdaderas crisis diplomáticas entre Argentina y otros gobiernos de Latinoamérica. Hace unas semanas las violentas imágenes de la cacería que protagonizaron los radicales del Club Atlético Independiente contra algunos seguidores de Universidad de Chile dieron la vuelta al mundo.
Una providencia simplemente cosmética. Bullrich perdió toda credibilidad después de que decenas de criminales vinculados al famoso River Plate ingresaran encapuchados en el mitin de cierre de campaña de la Libertad Avanza el 3 de septiembre en Moreno. Una información divulgada por el aclamado periodista Gustavo Grabia.
Pese a graves deslices, como las surrealistas declaraciones tras la estafa millonaria de las criptomonedas (es posible visionar la polémica entrevista al enlace https://cutt.cx/GRuO6), lo sorprendente es que a lo largo de 2024 el índice de aprobación de Milei nunca bajó del 50% pese a una economía en recesión. Y sólo en marzo de 2025 la desafección electoral ha ido visibilizándose por sus exabruptos e injustificados ataques verbales a periodistas en las redes sociales. Por estas razones la incertidumbre envuelve las elecciones de octubre. Más que la fortaleza del gobierno de turno, es reseñable la debilidad de sus oponentes. El PRO se encuentra fragmentado en tres bandos y la dura caída electoral en las elecciones legislativas para la Asamblea Legislativa de Capital Federal es una señal de alarma.
Además, si la inflación disminuye y se reducen los niveles de pobreza desde una perspectiva macroeconómica, Milei podrá garantizar su continuidad en la Casa Rosada. Pero solo el tiempo dirá si Argentina ha cambiado de actitud y recuperado el prestigio de antaño. Una credibilidad dañada por los continuos impagos y cambios repentinos y erráticos en las políticas económicas.