NADIE SABE NADA DE NADA....
“Ni prosty”, un pronóstico electoral
· Por José Luis Heras Celemín
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José Luis Heras Celemín
lunes 20 de junio de 2016, 08:38h
Espontáneo. “¿Cómo ves esto?”, me preguntó un conocido, casi amigo, mientras leíamos en dos mesas próximas de la terraza del bar. “Ni prosty”, contesté. Él señalaba la portada de un periódico y el gráfico de una encuesta electoral e intenté soslayar el tema. No lo conseguí, porque él es machacón, volvió a la carga y hubimos de meternos ambos en el asunto electoral. Había pasado unas horas de la mañana leyendo la prensa y viendo encuestas publicadas sobre intenciones de voto y pronósticos electorales y, antes de ir a misa, había bajado a tomar un café; y a desintoxicarme de las manipulaciones políticas del día con noticias limpias. En ese momento, leía una inmaculada en el diario Marca: las opiniones sobre Iniesta, un futbolista inmenso que, a decir del camarero, no tiene otro defecto que no jugar en el Real Madrid de sus amores y devociones deportivas.
El “Ni prosty” me salió como respuesta y creo que sé por qué: Lo tenía reciente porque lo recordé el viernes para unos amigos, compañeros en la muy Ilustre Cofradía del Queso, improvisando un alegato en favor de la Cofradía, a la que una morenaza olvisina y de buen ver no conocía.
La frase, que yo termino en y griega sin pararme en remilgos lingüísticos, la aprendí de otra mujer, gata madrileña, en un examen de Geometría Descriptiva y Sistemas de Representación, una asignatura difícil y bonita que nos daba un catedrático del que es mejor olvidar el nombre.
El tal cátedro tenía la costumbre de redactar unos exámenes demasiado floreados para una materia como la Geometría Descriptiva. El caso es que en el examen de marras nos entregó un folio en el que contaba la historia de una abuelita que en el día del cumpleaños de la nieta hacía una tarta con perímetro poligonal y altura media en la que había colocado frutas dulces de figuras ovaloides, peladillas esferoidales de diámetros distintos, media docena de golosinas poliédricas y unas velas cilíndricas con las dimensiones que se le ocurrieron. Y había que representar cómo veía la nieta la mesa, la tarta y todo lo que había puesto en ella la abuela. No recuerdo en qué sistema de representación lo pedía, puede que fuera en perspectiva diédrica, cónica o axonométrica.
Tampoco recuerdo la edad de la nieta ni el número de velas. Sí que aprobé el examen, al cátedro que se regodeaba con el estado de los examinandos, la cara que se le puso a la “gata madrileña”; y su respuesta, magnífica, que provocó la sonrisa de los que estábamos en el aula: “Ni prosty”.
También que, al terminar el examen, nos explicó el motivo de la gracia:
“Ni prosty es la forma cursi de contestarle a este merluzo relamido que se tiene por gracioso. No es que no tenga ni puta, o prostituta, idea de cómo pintarle la dichosa tarta, que es lo que puede entender él, sino que no tienen “ni prosty” gracia sus exámenes y sus cosas”.
Creo que ese doble motivo, como en la falta de gracia del profesor y en la forma de redactar sus exámenes, también aparecía hoy, cuando me deleitaba con las bondades de Iniesta. Y, con el doble motivo, se me coló de rondón.
Porque, por una parte, no tiene “ni prosty” masculino interés el conjunto de encuestas que se nos administran interesadas para influir en los votantes, desinformar, tergiversar, manipular... Y, por otra, también hay un “ni prosty” femenino plural de ganas, que resulta saludable para esgrimir frente a los casi amigos antes de ir a misa; y sortear con él la entrada en un juego adivinatorio, que es intrínsecamente vacuo, por falta de datos objetivos; y hasta estúpido cuando se ocupa de intenciones de voto, resultados de encuestas y unos pronósticos electorales hechos con datos manipulados.
Por eso hoy, creo, aunque espontáneo sobre pronósticos electorales, coaliciones futuras y otros acontecimientos, es oportuno un “ni prosty”.
O varios.