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REVISANDO EL PAPEL DE LA OTAN EN ORIENTE MEDIO

Turquía en la encrucijada

El gaseoducto Turkish Stream desde Rusia a Turquía juega un papel inesperado en el escenario político del Mar Negro.
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El gaseoducto Turkish Stream desde Rusia a Turquía juega un papel inesperado en el escenario político del Mar Negro.

· Por José Luis Barceló, Editor-Director de ElMundoFinanciero.com y experto en relaciones internacionales

By José Luis Barceló Mezquita
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martes 30 de agosto de 2016, 00:09h
Hemos asistido las últimas semanas a acontecimientos en torno a Turquía difíciles de explicar: un aliado de la OTAN, con vocación europeísta, viéndose involucrado en una misteriosa intentona de golpe de Estado infructuoso pero que ha sido aprovechado por el Gobierno para impulsar una purga masiva entre políticos, periodistas, militares y profesores. Para colmo, el adalid de la OTAN en Oriente Medio varía su estrategia de alianzas y retoma el contacto con el mayor enemigo de la Alianza Atlántica, Rusia, en una visita relámpago a San Petesburgo que hiela la sangre a todos. ¿Hay que relacionar el cambio de postura de Turquía hacia Rusia tras el intento de Golpe de Estado? Para algunos analistas, la clave de todo lo acontecido radica en la guerra de Siria y las distintas alianzas establecidas en torno a la figura de Bashar al-Ássad, al que apoya Rusia con sus constantes bombardeos a las posiciones rebeldes encabezadas por las fuerzas de DAESH, mientras que Turquía ha estado apoyando con recursos y armamento a grupos rebeldes que Rusia asocia al terrorismo islámico. Desde el encuentro de Putin con Erdogan se han confirmado menos envíos de armas desde Turquía. Para algunas fuentes, la presencia de Moscú en Siria es innecesaria y supone un factor de tensión, peligroso y desestabilizador, que aleja la solución democrática del problema sirio, al sostener el largo gobierno de la familia Assad en el país. Las relaciones entre Rusia y Turquía se enfriaron tras el derribo, el pasado 24 de noviembre, de un Sukoi 24 ruso por parte de un F16 turco, suceso en el que fallecieron los dos pilotos rusos. El avión ruso estaba participando en una ofensiva contra DAESH en Siria.




Para Lilia Shevtsova en Financial Times, Rusia y Turquía buscan mejorar sus posiciones negociadoras frente a Occidente, aunque no confían el uno en el otro. Por su parte, el periodista británico Ian Williams, colaborador de Huffington Post y analista en Foreign Policy in Focus, todo es un teatro para ganar tiempo, no hay ninguna alianza estratégica en marcha entre Rusia y Turquía y todo es de conveniencia inmediata, como ha relatado a Press TV. Según Williams, la Turquía de Erdogan quiere chantajear a la UE para conseguir más dinero exactamente igual que hizo con la crisis de los refugiados y para lograr ofertas de Occidente mejores que las de los rusos.

Rusia, por su parte, tiene que ganar tiempo en la acumulación de sus estrategias globales: sus puntos de vista sobre Oriente Medio son diametralmente distintos a las posiciones mantenidas por la OTAN, especialmente por el hecho de que, salvo excepción hecha de Turquía, no hay aliados de la OTAN con territorio en este escenario, mientras que Rusia si cuenta con intereses en el área. Por otra parte, mientras que la OTAN es una alianza entre varios países con objetivos de seguridad y defensa compartidos, Rusia no encabeza actualmente ninguna alianza que haya sustituido al antiguo Pacto de Varsovia: está sola.

Turquía parece amoldarse ahora a las nuevas exigencias de Rusia, aunque este acercamiento provoca que Turquía se aleje de su inclusión en Europa. En resumidas cuentas, el acercamiento entre Rusia y Turquía supone un golpe devastador para la política de la OTAN, especialmente en lo que respecta a las sanciones y contención contra Rusia. Lo que podría explicar la astuta acción de Rusia, buscando un nuevo apoyo en la Turquía “golpeada” de Erdogan, que pierde confianza entre sus socios europeos.

Para los aliados de la OTAN, las constantes intervenciones de Rusia en Oriente Medio provocan que su inclusión en Europa se distancie, aunque logra, por el contrario, fortalecer su diplomacia en los asuntos que le interesan.

En mi opinión, con los avances de las negociaciones entre Rusia y Turquía, Rusia conseguirá debilitar un flanco de la OTAN en el Mediterráneo y limitar su influencia en el Mar Negro, un objetivo de primera magnitud para su estrategia en los conflictivos escenarios dejados tras la crisis de Ucrania, donde la OTAN ha jugado también algún papel no del gusto de Rusia.

Podemos además convenir que la intentona de golpe de Estado en Turquía ha debilitado el flanco de la OTAN en Oriente Medio, que parecía tener asegurado con Turquía. Turquía es el segundo ejército de la OTAN y el Pentágono ha venido capacitando a oficiales turcos desde 1950. De ahora en adelante habrá que estar pendientes acerca de las condiciones en que quede la base turcoestadounidense de Incirlik, cerca de Siria. Durante el intento de Golde del pasado 15 de julio las actividades de ésta base quedaron suspendidas, padeció costes de suministro eléctrico al menos dos aviones despegaron de esta base para actuar contra los cazas golpistas sobre Ankara.

Por otra parte, como consecuencia de todos estos nuevos acontecimientos, que han variado completamente el escenario en lo que a la guerra de Siria de refiere, debemos tender a pensar que el papel de Turquía en Siria irá perdiendo fuerza de manera dramática en la medida en que avancen las purgas en el Ejército.

La cita de Putin y Erdogan en San Petesburgo del pasado 9 de julio hace presagiar que ambos países mejorarán en relaciones y ampliarán acuerdos en todos los campos, incluyendo los comerciales. Es probable que Turquía estime que ha dado demasiado tiempo a Europa en sus insatisfechas demandas, y que ha llegado el momento de actuar.

Pero no hay que olvidarse de los asuntos pendientes que Turquía quiere resolver de manera urgente, y en los que puede contar con la colaboración y el apoyo de Rusia. Comenzando el turismo y los acuerdos comerciales. Turquía ha visto reducir en más de un 60% la visita de turistas rusos a sus costas y ciudades desde el derribo de un caza ruso por un avión turco que lo interceptó. Pero también busca relanzar viejos proyectos para mejorar la popularidad del régimen corrupto y decadente que encabeza Erdogan. Uno de ellos es el de construir la primera central nuclear de Turquía, un ambicioso proyecto por el que quiere equipararse a Irán, uno de sus enemigos estratégicos en Oriente Medio.

Otro ambicioso proyecto, de enorme interés para Rusia, es el del gaseoducto Turkish Stream, que alcanzaría Europa en las costas europeas de Turquía, próximas a Estambul. La corporación rusa Gazprom tendría un papel predominante en éste proyecto, que ya fue recientemente anunciado. Las transferencias de gas ruso a Turquía se vieron incrementadas en torno a un 4% entre 2014 y 2015, con 5,4 millones de metros cúbicos.

Algunos análisis tienden a considerar que la OTAN y Europa han abandonado a su suerte a Turquía, motivo para que ahora pusiera ahora sus ojos en mejorar su posición en el Este. Pero no debemos olvidar el carácter de ambos países. Los gobiernos de Rusia y Turquía pivotan hoy sobre regímenes excesivamente personalizados que derivan hacia el poder absoluto: Rusia no es nada sin Putin, y la política de Turquía crece a imagen y semejanza de su presidente Recep Tayyip Erdogan. El presidente turco ha consolidado su autoridad debilitando el estado y está buscando la revitalización de su política exterior agilizando un protagonismo perdido tras el intento de Golpe de Estado, un golpe muy misterioso que ha ayudado a Erdogan a acelerar sus purgas internas tanto en las Fuerzas Armadas como en los entornos políticos. Por de pronto, ha detenido y mantenido en prisión en condiciones infrahumanas a más de 60.00 personas, que algunas fuentes sitúan por encima de las 81.000 personas y ha decretado 90 días de Estado de Emergencia que ha aprovechado para alterar la estructura de mando de ejército y policía.

Estados Unidos no quiere dejar pasar la ocasión, y va a incrementar sus esfuerzos en diplomacia e inteligencia, provocando como primera acción la visita urgente del secretario de Estado de EEUU, John Kerry, el próximo 21 de agosto, en un intento por impedir que la proximidad entre Rusia y Turquía termine por ser un hecho consumado inevitable.


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