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ESPECIAL REFERENDUM ITALIA: UN PAÍS EN BUSCA DE LA ESTABILIDAD POLÍTICA

Referéndum de Italia ¿cuáles serán las consecuencias a corto y largo plazo?

Referéndum de Italia ¿cuáles serán las consecuencias a corto y largo plazo?

· Por Julien-Pierre Nouen, jefe economista-estratega de Lazard Frères Gestion

sábado 03 de diciembre de 2016, 10:29h
El próximo 4 de diciembre, los italianos están llamados a las urnas para aprobar una reforma constitucional que ponga fin a la inestabilidad política crónica del país. Si bien los sondeos auguran una victoria del no, tampoco conviene sacar conclusiones precipitadas ya que las consecuencias dependerán sobre todo de lo que pueda acontecer después.
Julien-Pierre Nouen es economista-estratega de Lazard Frères Gestion.
Julien-Pierre Nouen es economista-estratega de Lazard Frères Gestion.





LAS REFORMAS ESTRUCTURALES SON NECESARIAS PARA ENDEREZAR EL PAÍS

Los problemas que atenazan la economía italiana son graves y vienen de lejos. Durante el tercer trimestre, el PIB italiano solo ha aumentado un 2% con respecto al primer trimestre del año 2000. Grecia es el único país que registra una marca peor. Todos los demás países de la zona euro, a excepción de Portugal, han progresado más del 20% en dicho periodo. Desde comienzos del primer decenio del siglo XXI, el crecimiento italiano ha sido sistemáticamente inferior al de la zona euro.

Con todo, este mal dato no ha provocado grandes desequilibrios. A diferencia de países como España, por ejemplo, el déficit por cuenta corriente de Italia no se ha disparado: en su punto más alto, en 2010, fue del 3% del PIB, frente al 10% registrado en 2007 en España. El déficit presupuestario ha sido del 5% en el momento álgido de la crisis y se halla por debajo del umbral del 3% desde 2012.

A pesar de la tan cacareada alineación de planetas (bajada del euro, de los precios del crudo y de los tipos…), la recuperación ha tardado dos años más en llegar a Italia que a los demás países de la zona euro. El crecimiento italiano sigue siendo flojo (+0,9% en un año). Este mal dato se debe a unos problemas estructurales de calado agravados por las dificultades del sistema bancario italiano, lastrado por un gran número de créditos de dudoso cobro (un 12% frente al 6% que existe actualmente en España).

Los problemas estructurales de Italia se deben sobre todo a la nula mejora de la productividad en esos casi quince años. Los motivos fundamentales de este estancamiento son numerosos: menor nivel de instrucción, grandes rigideces que dificultan la reasignación intrasectorial e intersectorial. Además, las previsiones demográficas apuntan a que el descenso de la población en edad de trabajar se va a agudizar en los años venideros. Por consiguiente, es de suma importancia acometer reformas estructurales en Italia.

UN PAÍS EN BUSCA DE LA ESTABILIDAD POLÍTICA

La necesidad de acelerar el ritmo de reformas y acabar con la inestabilidad política endémica italiana son las razones fundamentales que ha planteado Matteo Renzi para reformar la constitución italiana. Tras dos años de debate parlamentario, el proyecto de reforma fue aprobado en abril de 2016. El objetivo es poner fin al bicameralismo perfecto del sistema político italiano, en el que el Congreso de los Diputados ostenta los mismos poderes que el Senado. Pero como las normas de votación difieren en esas dos Cámaras, las mayorías pueden ser diferentes, un excelente caldo de cultivo para la inestabilidad política, al albur de los cambios de alianza o de la parálisis política, tal como ocurrió tras las últimas elecciones generales celebradas en 2013.

En resumen, la reforma pretende hacer del Senado una Cámara Alta integrada por representantes de entes locales y con menos escaños (100, frente a los 315 actuales). Su principal cometido sería regular las relaciones entre el Estado y dichos entes. Gozaría de los mismos poderes que la Cámara de los Diputados en materias como la modificación de la Constitución, la Ley Electoral o la ratificación de los tratados internacionales, pero perdería la facultad de dar su aprobación al Gobierno y los presupuestos.

En la práctica, esta reforma hará del Congreso de los Diputados el principal órgano de poder, sobre todo tras la nueva ley electoral (ley Italicum) aprobada en mayo de 2015, por la que la elección de los diputados al Congreso se realiza de manera que se garantice la mayoría de un partido. Si un partido obtiene más del 40% de los votos en la primera vuelta, tendrá derecho automáticamente a 340 escaños de un total de 617, adjudicándose el resto de los escaños por el sistema proporcional. Si ningún partido consiguiera alcanzar esa mayoría en la primera vuelta, se iría a una segunda vuelta entre los dos partidos más votados en la primera vuelta. El vencedor se quedaría con los 340 escaños y el resto se repartiría entre los partidos que hubieran alcanzado más del 3% de los votos en la primera vuelta, por el sistema proporcional. Esas dos reformas combinadas permitirían al partido que ganara las elecciones legislativas mantenerse en el poder durante toda la legislatura (cinco años) sin temor a ser derrocado.

Esa ley electoral se aprobó con la reforma constitucional en mente. Si los italianos rechazaran la propuesta de reforma, habría que modificar la ley electoral del Senado para descartar otro episodio similar al acontecido en 2013, en el que la ausencia de una mayoría política en el Senado abocó al país a una situación de parálisis durante dos meses. Como la votación en el Senado se hace por región, el sistema de votación que hemos descrito ya no valdría… Además, la nueva ley electoral está siendo muy criticada y ha sido impugnada ante el Tribunal Constitucional, con lo cual existe la posibilidad de que sea derogada en parte, aun cuando la reforma constitucional sea aprobada en el referéndum.

UNA SITUACIÓN POLÍTICA DELICADA

Por diversos motivos, fundados o de simple oportunismo político, el proyecto de reforma está siendo cuestionado por parte de la clase política y solo lo defienden el Partido Democrático y algunos partidos centristas. Los últimos sondeos apuntan a una mayoría de partidarios del no pero, sobre todo, a una gran masa de votantes indecisos (alrededor del 30%).

Matteo Renzi ha dicho que dimitirá en caso de victoria del no para intentar inclinar la balanza, pero con eso puede haber provocado que sus adversarios quieran aprovechar el referéndum para cambiar el signo político del Gobierno. La legislatura actual terminará en el segundo trimestre de 2018, pero en caso de victoria del no en el referéndum podrían celebrarse elecciones anticipadas. Los sondeos dan una ligera ventaja al Partido Democrático sobre el Movimiento Cinco Estrellas, con poco más del 30% de aquel frente al poco menos del 30% de éste. En cuanto a la Liga Norte y a Forza Italia, sacarían cada uno alrededor del 12 o 13% de los votos.

Los dirigentes del Partido Democrático sugieren la posibilidad de adelantar las elecciones al verano de 2017, previa aprobación de una nueva ley electoral. En cambio, otros políticos, como Mario Monti, consideran que sería preferible agotar la legislatura actual con un Gobierno tecnócrata o incluso con un nuevo Gobierno presidido por Renzi.

¿CUÁLES SERÁN LAS CONSECUENCIAS A CORTO Y A LARGO PLAZO?

A diferencia de lo ocurrido con el referéndum británico o las elecciones presidenciales estadounidenses, se cree que el no ganará en el referéndum. De hecho, los mercados ya se han posicionado de cara a esa posibilidad por lo que creemos que es poco probable que se produzca un movimiento brusco si gana el no. El contexto económico sigue siendo favorable (el PMI compuesto de la zona euro está en su nivel más alto desde diciembre del año pasado). La política del BCE debería limitar una eventual alza de los costes de financiación y el superávit por cuenta corriente hace de Italia poco dependiente de la financiación internacional. En todo caso, una victoria del “sí” provocaría un fuerte repunte de los mercados.

Más allá del referéndum, es evidente que sería bueno restablecer un cierto nivel de confianza en el país. Ello permitiría al sector bancario italiano recibir el dinero que necesita para sanear sus cuentas. Una eventual liquidación de las entidades bancarias más frágiles podría provocar volatilidad a corto plazo, pero no creemos que pueda generar una onda sistémica. En efecto, la bajada cercana al 50% de los valores bancarios italianos apunta a que los mercados ya han integrado este riesgo. Lo más probable, en caso de victoria del no, es que transcurran varios meses antes de la celebración de nuevas elecciones, el tiempo necesario para que se adopte una nueva ley electoral cuyos contornos quedan por definir. De seguir favorable la coyuntura económica, es probable que los mercados de renta variable se centren en otros aspectos hasta la celebración de nuevas elecciones.

A largo plazo, e independientemente de que gane el sí o el no, lo esencial es que Italia siga con las reformas y que la población las perciba como útiles, lo que reforzaría su confianza. Y es que, si bien la confianza de los empresarios se ha mantenido más o menos estable desde principios de año, la de los consumidores, que no tiene tanto peso para el análisis de la coyuntura pero sí denota las tensiones políticas, no para de bajar, lo cual da alas a los partidos populistas. Podría darse la siguiente paradoja: Matteo Renzi persigue con la reforma de las instituciones acelerar el ritmo de las reformas estructurales al dar una sólida mayoría en el Congreso de los Diputados al partido que gane las elecciones y al reducir el poder del Senado. Sin embargo, puede que quien gane las elecciones sea el Movimiento Cinco Estrellas, es decir, el partido que con mayor virulencia se opone a dichas reformas y cuyo principal objetivo es convocar un referéndum sobre una posible salida de la zona euro.


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