IMPRUDENCIA DELIBERADA DE TRUMP
¿Cuál es la pretensión de Trump respecto al conflicto China-Taiwán? Sus conversaciones con Tsai Ing-wen avivan rumores
· Por Joaquín Cañas, corresponsal en Taiwán (艾華國 - 駐台記者)
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Joaquín Cañas (Corresponsal en Taiwán)
sábado 10 de diciembre de 2016, 07:46h
El pasado viernes nos sorprendíamos prácticamente todos con la noticia sobre la conversación telefónica entre Donald Trump y la presidenta de Taiwán Tsai Ing-wen. Aunque algo así no ocurría desde hace décadas -esa relación directa entre ambas partes no se había vuelto a vivir desde 1979- nadie seguramente esperaba que ocurrirá algo semejante tan pronto. Si bien en China, tanto la situación generada inmediatamente después de la llamada, como la propia reacción por parte de los ciudadanos, ha sido bastante controlada, los hechos son los hechos, y lo ocurrido ha podido perfectamente dar inicio a un nuevo capítulo que afecta directamente a tres bandas, generando aún más interrogantes, dudas y controversia en la prensa internacional. Centrémonos en China, donde el manejo de la situación está siendo interesante. Lejos de maximizar y agrandar la repercusión de dicha llamada, la estrategia ha sido tildar naturalmente la imprudencia de Trump como un error colateral más bien propio y típico de un novato. No pretenden avivar el debate para no ahondar más en el problema, para no dar protagonismo a Taiwán, una posición privilegiada.
Sin embargo, la estrategia no oculta una teoría, que bien puede ser también realidad: aunque para algunos –para ambos por ejemplo- el hecho representa un simple gesto de cordialidad, de gratitud y felicitación mutua entre líderes por los recientes éxitos electorales, para muchos significa más bien la aprobación directa y el apoyo de Estados Unidos de las políticas que se llevan en la Isla, ahora encarnadas en un partido proindependentista, y dirigidas por una mujer que representa a cientos de miles de taiwaneses ajenos a las directrices de China y que sueñan con un país totalmente separado de sus raíces continentales.
Puede que el tweet escrito por Trump poco después de los sucesos –“el Presidente de Taiwan me llamó hoy para desearme felicitaciones por ganar la Presidencia”, haya calmado un poco a los ciudadanos chinos, y a sus líderes, o puede que no. Aquí en Taiwán, en las calles, en el trabajo, se rumorea también lo contrario, muchos piensan en una llamada totalmente preparada a dos bandas “US-Taiwan” para remover conciencias, para traer a Trump a un terreno de mayor apoyo.
Lo que sí es cierto es que los detalles a menudo importan: en China todos saben que Donald se ha dirigido a la presidenta de Taiwán precisamente llamándola “presidenta”, y aunque en China sólo es considerada como un líder en la región de Taiwán, quizá en EEUU simplemente no tienen menor reparo en reconocerlo (o no lo tienen tan claro), o quizá no entienden aún la dimensión del conflicto, la importancia que tienen estos detalles. Unos creen en la buena fe de Trump, otros no.
Si hacemos memoria, todos sabemos que Washington es el aliado político más importante de Taiwán, también sabemos que ocupa un puesto relevante como proveedor de armas en la isla, todo ello a pesar de la relación no oficial entre ambos. También vimos a Trump durante la pasada campaña electoral criticando las políticas económicas y la manipulación en los cambios de divisa, en la moneda de China, amenazando a la economía americana. Si bien Ned Price -portavoz de seguridad de Obama- insistía en la firme defensa de la política de “una China”, podemos empezar ya a preguntarnos si la comitiva Trump defiende lo mismo.
¿Cuál es la pretensión final de Donald Trump, cuál es su posicionamiento real respecto al cisma China-Taiwán? ¿Pretende oficialmente apoyar a China y dejar las tertulias-cafés informales para los affairs con Taiwán? Imagino que la respuesta debe ser compleja, al fin y al cabo de los intereses de unos y de otros se ha de aprovechar, como ocurre tanto en política. Hay puestas esperanzas en él, también es justo y razonable dar oportunidades, esperar cosas buenas de su mandato, sin embargo en el caso Taiwán-China el escenario prometo ser turbulento.
Mientras tanto, unos y otros, chinos de Taiwán y chinos del continente, aunque siguen inmersos en sus vidas cotidianas, tampoco olvidan la ruptura vivida en el pasado, ni la certeza de saber que el conflicto lejos de terminar seguramente sólo está volviendo a empezar, ahora en un nuevo capítulo, el primero en la era Trump.