La democracia, un ciudadano un voto, es una realidad innegable en nuestro tiempo y la mejor fórmula, en tanto no se descubra otra, para que la soberanía del pueblo se manifieste, en especial cuando, como ocurre en España, existe un nivel cultural y de información suficiente para que el pueblo pueda votar con conciencia, sabiendo que cada cuatro años, podrá volver a hacerlo. La democracia requiere además un marco de libertad en el que se pueda votar sin coacción, lo que también se da en nuestro país con carácter general, salvo en algunos pequeños pueblos dominados por un radicalismo agresivo que, de facto, restringe esa libertad.
Por tanto nuestros mecanismos electorales, siempre perfectibles, cumplen los requisitos básicos que requiere la democracia para ser real como lo demuestra la evolución del voto desde 1978 y la alternancia de partidos en el gobierno. Sin embargo, las elecciones hacen posible que los ciudadanos den un voto genérico al partido que les parece mejor sin que ello quiera decir que apoyen todos los puntos de su programa electoral pues la mayor parte de los ciudadanos ni siquiera se interesa en leerlos. Por ello nuestra Constitución contiene, en su artículo 92, otro instrumento democrático complementario para tratar temas específicos: “Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos”
Tal vez ha llegado el momento de utilizarlo pues desde la aprobación de la Constitución hasta nuestros días el sentido de pertenencia a la nación y de solidaridad interregional se ha debilitado y ningún partido político de los llamados españolistas o constitucionalistas parece atreverse a abordar el tema. Se limitan, cuando están gobernando, a ir haciendo transferencias presupuestarias y cesiones de competencias para conseguir una paz política con los nacionalismos insolidarios y dejan el terreno cada vez más difícil para el gobierno siguiente.
Sin embargo hay múltiples evidencias de que muchos votantes de los partidos constitucionalistas critican el rumbo que está tomando España, que recuerda el periodo de los reinos de taifas en tiempos de la reconquista, sin que esos puntos de vista sean suficientemente recogidos por los partidos políticos. Cierto es que abordar temas de perfil político alto es algo que suelen eludir los políticos que a fin de cuentas (el que se mueve no sale en la foto) están sometidos al aparato de los partidos, los cuales a pesar de que la Constitución les exige democracia interna, suelen reprimir incluso la creación de corrientes de opinión en su seno.
Por todo ello sería conveniente hacerle al pueblo español un referéndum consultivo con preguntas tales como las siguientes:
¿Considera Ud. conveniente que los padres tengan derecho a que sus hijos sean educados en castellano, lengua propia de España en todas las autonomías?
¿Considera Ud. que es admisible que los comerciantes que rotulan su establecimiento sólo en castellano en Cataluña sean multados y no lo sean los que rotulan sólo en catalán?
¿Considera Ud. que se debe promover y reforzar la solidaridad interterritorial para ayudar a equilibrar el desarrollo de las diferentes regiones de España?
Es indiscutible que las respuestas que se den a estas preguntas y a otras similares tendrían un gran efecto orientador de la política española pues pondrían de manifiesto la opinión real del pueblo español.
También es cierto que abrir el melón de los referéndums consultivos implicará abrirlo a muchos otros temas de gran transcendencia, tales como el propio independentismo, lo cual es legítimo, pero ello es mejor que seguir con paños calientes pues la situación cada vez más enfrenta a unos catalanes con otros y al resto de españoles con la Cataluña de la Generalitat. Si de verdad no tenemos un sentido de pertenencia nacional, si de verdad no queremos estar unidos, más vale que lo sepamos vía referéndums. Así, al menos, será el pueblo el que se pronuncie específicamente y apoye el rumbo político que estime oportuno
El nivel de desafío de los políticos independentistas catalanes que dicen que harán, con permiso o sin él, un referéndum de independencia en 2017 no puede llegar más lejos. Se acercan peligrosamente al delito de sedición al pretender derrocar la Constitución de la cual se dotó España en 1978 con un apoyo en Cataluña del 90,46% de los votantes, participando en la consulta el 67,9% del censo, muy superior al apoyo que tuvo el vigente Estatuto de 2006, propiciado por Zapatero, que fue refrendado sólo por el 73,24% de los votantes, participando en la consulta tan sólo el 48,45% del censo.
En esa línea de falta de respeto al vigente marco constitucional, Francesc Homs, portavoz de la antigua CiU en el Congreso, se permite decir que si se les niega el referéndum “vamos hacia un escenario de un mayor enfrenamiento, a un conflicto de envergadura. El mensaje que se nos da es que pidamos perdón y renunciemos a la democracia, y eso es un callejón si un salida.". Es decir que la democracia sólo existe cuando se les concede lo que piden y cuando no, no hay democracia.
Además Homs, provocativamente, se ha preguntado qué pasará después si se quiere impedir la consulta que organice unilateralmente la Generalitat. "¿Irán con los tanques a quitar las urnas? ¿Enviarán matones? ¿Policías? Se empecinan en un callejón sin salida, porque esto no tiene recorrido".
Ha llegado la hora de aceptar el envite. No cabe esperar a que amaine por sí sola una situación que produce hastío a muchos españoles, catalanes o no catalanes, y que amenaza con extenderse a Baleares y Valencia. Hay que aceptar la mayor, se harán referéndums consultivos pero empecemos por los de mayor ámbito, los de ámbito nacional con preguntas como las que antes hemos sugerido.
Será muy interesante ver los resultados en todas y cada una de las provincias de España, lo cual orientará de forma clara la política española del futuro inmediato porque los partidos tendrán que tomar nota de lo que resulte. Todas las propuestas políticas que respetan los derechos humanos son legítimas y la Constitución cuenta con vías para abordar las de mayor trascendencia. Consúltese al pueblo para dotarlas de legitimidad real. En el marco de la legalidad, el referéndum, todos los referéndums, son un ejercicio democrático.