¿Qué hizo después de este alejamiento de la política activa Gonzalo Fernández de la Mora? Pues seguir pensando, escribir libros y sostener la revista “Razón Española”, un milagro entre las revistas de pensamiento político en España que aún se continúa editando. Y disentir y avisar de lo que vendría después, algo a lo que, por desgracia para todos, el tiempo le ha terminado dando la razón, esa que tanto le gustaba a Fernández de la Mora sostener y defender.
Puede o no estarse de acuerdo con el pensamiento de Gonzalo Fernandez de la Mora, pero lo que no puede caber duda alguna es que estamos ante una de las figuras más coherentes en la política española del siglo XX, de principio a fin. Tampoco cabe rechazar de modo alguno su impecable trayectoria profesional y política, destacando como alto funcionario de la diplomacia española -fue Embajador-, y su eficaz gestión al frente del Ministerio de Obras Públicas entre 1970 y 1974.
Fernández de la Mora destacaba, y en esto esta de acuerdo incluso sus oponentes, por una brillante mente analítica, una inmensa cultura, la exactitud de la exposición de sus ideas y una simpatía arrolladora que acompañaba a su buen humor, siempre presente incluso en los peores momentos. Una mente brillante y luminosa, siempre atractiva y difícil de repeler en sus argumentos, que sintetizaba y exponía como un irrebatible escolástico, lo que hacía rabiar a muchos de sus detractores ante la solidez de sus bien planteados argumentos.
Existen hoy trabajos muy importantes sobre la figura y pensamiento de Gonzalo Fernández de la Mora, como la tesis doctoral “Teoría de la razón política. El pensamiento político de Gonzalo Fernández de la Mora”, defendida en la Universidad de Navarra en 2011 por Carlos Goñi-Apesteguía; el trabajo de Jerónimo Molina Cano titulado “El realismo político de Gonzalo Fernández de la Mora”, publicado por la Universidad EAFIT de Medellín, la tesis doctoral del filósofo Luis Sánchez de Movellán titulada “El razonalismo político de Gonzalo Fernández de la Mora” o el libro de Pedro Carlos González Cuevas "La razón conservadora", editado por Biblioteca Nueva.
Algunos miembros del Partido Popular bebieron de sus fuentes. Resulta hoy curioso recordar como en 2002, estando en el Gobierno el Partido Popular en el segundo mandato de José María Aznar, tan solo unos pocos miembros del Gobierno se dejaron ver en el entierro de Fernández de la Mora. Uno de ellos fue Federico Trillo, que era por aquel entonces Ministro de Defensa. Otra fue Loyola de Palacio, allegada a la familia de Fernandez de la Mora por su amistad. La otra persona destacada fue Mariano Rajoy, por entonces vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior. Figuras destacadas que no se acomplejaron en aparecer en aquel acto íntimo y familiar.
Se echan en falta figuras honestas como las de Fernández de la Mora en nuestra política actual, cuajada de personas con doble fondo. ¿Qué es lo que hacía excepcional a un tipo de perfil como el de Fernández de la Mora? Pues seguramente el que fuera una persona forjada en ideales inquebrantables, pero más que eso, en su lucidez y claridad de exposición, o en su brillantez envidiable, su inmensa preparación. Lo que hace falta a vuestra Sociedad son personas forjadas en el mérito y en el esfuerzo, capaces de alcanzar los más altos riesgos y misiones sin titubear, capaces de replegarse a un segundo plano cuando la situación lo requiere. Y también contar con personas que lleguen a la política cuando ya han triunfado en su propia trayectoria profesional, una trayectoria de la que sentirse orgulloso y que pueda ser valorada por los demás. Admirada.
Cuando lo que impera es el triunfo social por medio de aparecer más veces en las cadenas de televisión, cuando el único mérito del político actual es el de saber estar en el sillón más tiempo, cuando muchos de los que llegan a la política jamás han tenido un pasado profesional, llama la atención que buena parte de los políticos de nuestro pasado reciente alcanzaran la política como colofón a una brillante carrera profesional.
¿Cuántos de nuestro políticos actuales han sido emprendedores o han trabajado por cuenta ajena? ¿Cuantos han aguantado alguna vez una cola de paro o han sido brillantes emprendedores? ¿Cuantos de ellos han enviado en su vida un solo currículum vitae para lograr un puesto de trabajo? ¿Cuantos de nuestro actuales políticos han ganado una dura oposición ante miles de competidores? El resultado de la respuesta es triste y no tenemos que aventurarlo. Basta con pedir la trayectoria personal en cualquiera de nuestros ayuntamientos, muchas veces fingida o inventada.
¿Donde están las brillantes personalidades de nuestra Sociedad hoy en día? ¿Por qué no alcanza la alcaldía de su ciudad el brillante médico, el catedrático en excedencia o el abogado o ingeniero prestigioso? Pues porque los partidos políticos no quieren personas brillantes ni inteligentes, sino sumisas a esa pirámide de poder antidemocrático en la que se han terminado convirtiendo.
Y esta es la triste realidad en la que tenemos que acabar nuestras concusiones. Nos faltan personas brillantes y de mérito que quieran dar el paso para acabar con el deleznable espectáculo en que se ha convertido la política de nuestra nación.
Fernández de la Mora lo dio en su día y puede servir de modelo para muchos.