Dejando a un lado los aspectos cuasi románticos, decimonónicos, que tuvieron su afloramiento en Europa, en su mayoría, aproximadamente en los años 1890, sobre el sentimiento de que se posee una diferencia con respecto a los otros pueblos limítrofes o incluso de más lejos, que aboca a entender que esa singularidad conlleva a ser superiores; y su legitimidad, según los unos e ilegitimidad, según otros; y no entrando en principios políticos, se debe señalar, desde un ámbito meramente económico y circunscribiéndose a lo que es actualmente Europa, que todo nuevo estado debe cuidar de que pueda tener una moneda que sea capaz de gestionar pertinentemente, y además encontrarse en una posición ventajosa, dentro de los tratados que regulan el comercio en el mundo, para poder tener ciertas garantías iniciales de que pueda tener una mínima viabilidad económica.
Europa ha expresado, con claridad, que no desea que existan noventa estados miembros porque esto haría muy dificultosa la gobernalibilidad, haciendo que incluso sea en la práctica ingobernable y abocando, por ello, a la propia inviabilidad de Europa. Por lo que lógicamente, de esta manera, sería del todo imposible que se pudiera acceder a poder estar dentro de lo que se entiende como gestión y supervisión del banco central europeo, cualquier nuevo estado que surgiera. Dicho ésto, cuál sería su moneda ?.
Pues una moneda propia, es evidente, que tendría muchos problemas en lo relativo a su intercambio. Y la adopción de una moneda extranjera presenta, siempre, el problema de no poder autofinanciarse y su imposibilidad de control. Y además, si a ésto se debe añadir que resultaría, indudablemente, casi imposible poder obtener por parte de este nuevo estado que tenga una consideración de integrante en los tratados de libre comercio de Europa, y tal vez, también, sea difícil que acceda a otros que existen en el resto del mundo, tenemos un escenario muy preocupante, dentro de lo que es estrictamente la economía de ese nuevo estado.
A tenor de ésto, es por lo que lógicamente inclina a pensar, que todo nuevo estado debiera tener un plan de viabilidad económica, que pueda explicar, ampliamente, para que todos sus integrantes tengan un conocido sobre su posible devenir económico, que pueda de esta manera tranquilizarlos y tener elementos de juicio, para obrar en consecuencia. Pues ya se sabe que las sorpresas pueden ser negativas y la incertidumbre, suele por lo general y habitualmente, ocasionar situaciones indeseadas económicamente, como se ha venido comprobando, palmariamente, a lo largo de la historia. Por lo que, lógicamente resulta obvio, que debe valorarse todo ésto, cuidadosamente, antes de adoptar cualquier medida al respecto y tener en cuenta las opciones de posibles escenarios económicos, que puedan derivar de una decisión en ese sentido, y no sólo tener en cuenta aspectos románticos, que en algunas ocasiones, no se pueden llegar a sostener económicamente.
Pues obviamente, se debe decir que hay que reconocer que si no se alcanza a poseer una mínima capacidad económica; resulta del todo imposible, realmente, gozar de una aceptable libertad real para toda persona, en cualquier lugar del mundo.
Si (
No(
