Nuestro presidente del Gobierno, Mariano Rajoy Brey, es un brillante orador parlamentario, inteligente, hábil, sereno, jurídicamente preparado y con una larga experiencia en política. Sin embargo, ha dado patadas absolutamente inaceptables. “Hablar es fácil, decidir no lo es tanto” afirma y tiene razón, pero a la política se llega y en ella se permanece voluntariamente. La obligación de tomar decisiones es inherente a ello. La actuación política, sea por omisión o acción, es responsabilidad del líder. Rajoy ha tenido claro acierto en la política económica que ha desarrollado que está haciendo disminuir el desempleo y sacando a España del riesgo del rescate europeo al que nos abocó Zapatero. Pero seguramente en sus memorias reconocerá también grandes errores como el no haber derogado sin más, en su primera legislatura, la ley de la Memoria Histórica de Zapatero y la hubiese sustituido por una Ley de la Verdad y la Reconciliación Histórica. Dejó pasar también la oportunidad de promover, con su mayoría absoluta en ambas cámaras, una Ley de Armonización Autonómica, mediante la aplicación del 150.3 de la Constitución y de trabajar más firme y rápidamente para llegar a acuerdos, a pesar del corsé de los Estatutos, para reiniciar el trasvase, la unidad de mercado y la política educativa.
Todo ello fueron errores, graves, pero errores. Lo malo han sido las patadas de las cuales seguramente no hablará en sus memorias. Han sido patadas a España y a todo el abanico amplio de votantes de centro derecha socialdemocracia y derecha que no siente su voto cautivo por partido alguno y que anhela una España con ilusión, en armonía, en unidad. El pasado es el que es pero el futuro tiene remedio.
La primera patada la dio el 1 de agosto de 2013, en su comparecencia ante el pleno del Congreso para dar explicaciones sobre el caso Gürtel y la financiación del PP. Fue una primera patada contra la verdad en política, algo que España necesita imperiosamente porque cada día es más evidente que a lo largo de la democracia española se han ocultado y se siguen ocultando realidades que los libros y los medios de comunicación han sacado y seguirán sacando a la luz. La demagogia sobre la financiación de los partidos es uno de esos temas. Nadie sabe nada cuando se trata de su propio ámbito véase el caso de los ERE, el 3% y tantos otros.
El tema que afecta al PP está aún pendiente de sentencia, pero el sentido común, las evidencias presentadas y las declaraciones que en su día hicieron políticos importantes del partido, llevan a una conclusión lógica y clara. Por ello cabe preguntarse qué habría ocurrido si el 1 de agosto de 2013, Rajoy, con una mayoría absoluta de 186 diputados hubiera dicho algo así: “España se encuentra ante una crisis económica y de desempleo terrible heredada del gobierno de Zapatero y al borde del rescate que dejaría nuestras decisiones políticas en manos de la Comisión Europea. Debemos estar juntos y para ello hay que dejar de lado la demagogia. Cada uno sabe en su partido lo que ha habido y lo que hay. No tengo que recordarlo. Pero yo hoy comparezco ante Uds. como Presidente del Gobierno y del PP para hablar del caso Bárcenas y debo ser el primero en dar ejemplo. Por ello reconozco que en mi partido ha habido contabilidad B y sobresueldos. Es mi parte de contribución a la verdad. Ahora señores diputados, que representan la soberanía española, queda en su mano tomar las decisiones que estimen oportunas. Muchas gracias”
¿Habría alguien presentado una moción de censura contra Rajoy? ¿La habría perdido Rajoy, con 186 diputados? ¿Cuál hubiera sido su imagen en su viaje de septiembre siguiente a USA donde la verdad es lo más valorado? ¿No habría sido una especial oportunidad para una nueva etapa de España, para un borrón y cuenta nueva? Obviamente, habrá quien diga que Rajoy no podía reconocer aquello porque no era cierto. Cada uno es dueño y responsable de sus conclusiones.
La segunda patada la ha dado Mariano más recientemente, el 27 de octubre de 2017, y ha sido una patada contra la irrenunciable necesidad del orden en que se basa la democracia y, en particular, la convivencia democrática. Parece que las presiones del PSOE y de Cs en las negociaciones previas a la aprobación por el Senado del alcance de la aplicación del 155, obligaron a Rajoy, que tenía mayoría absoluta, a indicar a sus senadores que eliminaran el control de la TV3 y del entorno mediático público. Fue un error que tuvo que hacer para atender los requerimientos del PSOE y Cs. Pero la patada fue peor: en lugar de aplicar el 155 durante los seis meses autorizados por el Senado, convocó elecciones para el 21 de diciembre, tan sólo mes y medio después, ante la sorpresa del PSOE y de Cs que parece que las pedían, probablemente con la boca pequeña, para finales de enero 2018. Total, que Mariano, oficialmente pasará a la historia por haber utilizado las competencias del 155 para hacer que se devuelvan las 44 obras de arte al Monasterio de Sijena. ¿Para eso el 155? Esta es una patada gravísima porque ha renunciado a utilizar los seis meses para intentar desmontar la estructura de odio, discriminación y ocupación del aparato administrativo que ha amparado el golpe de Estado. ¿Qué valor pueden, a partir de ahora, dar los ciudadanos a una clase política que no sabe responder aplicando el Estado de Derecho a la ruptura de España? Si los independentistas logran el Govern de la Generalitat, ¿quién va a creer que Rajoy será capaz con un nuevo 155 de abordar el problema con la firmeza necesaria?
La tercera patada está por llegar. ¿Cuál será la reacción de Rajoy ante el resultado de las elecciones autonómicas en Cataluña? Si como parece ser se produce un descalabro del PP, ¿qué dirá Rajoy? ¿Asumirá su responsabilidad? ¿Echará la culpa al bueno de Xavier García Albiol? ¿Reconocerá que su gestión del 155 ha sido débil y que ha hecho que el electorado de centro derecha y socialdemócrata lo abandone? La política necesita líderes que sepan reconocer sus errores y más en temas importantes como son la unidad de España y el logro de la convivencia democrática, temas que no están en cuestión en ningún país de nuestro entorno. El “sostenella y no enmedalla” es pan para hoy y hambre para mañana. Así no se crea un futuro creíble, esperanzador ¿Qué hará Mariano? Nos quedan 24 horas para saberlo.
Verdad, orden y responsabilidad son los pilares en que se asienta la política necesaria en el siglo XXI. Dar patadas contra ellos no es aceptable.