El objetivo principal, de la nación española, según la Constitución vigente, es muy claro, garantizar la convivencia democrática, no basta con la convergencia o la coexistencia. En esa dirección la gran política debe ser consciente de cuál es el objetivo estratégico prioritario en estos momentos, que no es otro que la propia existencia de España y de su Constitución. Sin eso, todo lo demás resulta descafeinado. Pretender buscar éxitos económicos o sociales cuando se corre el riesgo de que la nación se desintegre es una evidente falta de visión política. ¿Acaso las casi 3000 empresas que han abandonado Cataluña lo han hecho por otra cosa que no sea la amenaza del separatismo y sus posibles consecuencias?
La aprobación a corto plazo de los Presupuestos Generales del Estado que pretende Mariano Rajoy, no es más que un tema menor ante algo mucho más urgente: la amenaza del separatismo que Quim Torra ha reiterado. ¿Cómo puede ser posible que un president que no ha tomado posesión formal, porque no ha aceptado la Constitución ni las instituciones españolas, pueda ser el gran riesgo actual para España? En ningún otro país europeo sería posible. En España, sí. Spain is diferent. El único de los partidos del arco parlamentario que ha criticado la situación actual es Ciudadanos, que propone una renovación del 155 que controle cuatro ejes principales: los Mossos, los fondos públicos, los medios de comunicación públicos y la acción exterior.
Debe tenerse en cuenta que Torra pretende reponer a Trapero como jefe de los Mossos. Es decir, reponer a quien en estos momentos está procesado por sedición y organización criminal por su comportamiento en el procés, lo cual es un desafío gravísimo a la Justicia. Probablemente la juez Lamela, se vería obligada, por coherencia, a ordenar su prisión provisional ante el posible riesgo de reincidencia. ¿Qué pretenden el Gobierno y el PSOE? ¿Esperar a que Trapero, tras ponerse de nuevo al frente de 17.000 Mossos armados, haga algún gesto delictivo? Eso es una temeridad.
Rivera ha pedido también que se ejerza un control que garantice la neutralidad de TV3 y su entorno, tema al cual se renunció en la decisión que el Senado tomó el 27 de octubre pasado autorizando al Gobierno a aplicar el 155. Parece ser que dicha renuncia fue debida a la presión del Partido Socialista, no a la de Ciudadanos. También ha pedido que se ejerza el control efectivo de los fondos públicos para evitar que pueda haber algún ministro que siga dando por bueno el uso de los fondos públicos, vía contratos, subvenciones y gastos, para seguir apoyando la actuación separatista ilegal. También pide Rivera un control pleno de la acción exterior de la Generalitat pues sería vergonzoso que reabriera las “embajadas” que el Gobierno español disolvió mediante el 155.
Frente a ello ¿cuál ha sido la posición del Gobierno y del PSOE? Simplemente esperar a ver las acciones que adopta Torra y actuar después en función de ellas. Pedro Sánchez ha querido también resaltar la obligación de que, en las tomas de posesión en las instituciones del Estado, y la Generalitat es una de ellas, sea obligatorio el acatamiento explícito, sin circunloquios, de la Constitución, pero parece que sólo quiere que se imponga a futuro y que no se le exija ahora a Quim Torra. Esta débil exigencia del PSOE impide una actuación jurídica inmediata que invalide la toma de posesión de Quim Torra, por grave defecto de forma, lo cual, pone en evidencia la falta de firmeza de la posición de Pedro Sánchez.
Ha llegado el momento de que Rivera diga al Gobierno y al PSOE que, si estos riesgos evidentes pueden esperar hasta que se plasmen en previsibles realidades, también puede esperar la aprobación de los Presupuestos Generales, que no son más que un balón de oxígeno puntual para Mariano Rajoy. Las propuestas de Albert Rivera están llenas de sentido común y practicidad. Ha llegado el momento de que el cada día más probable futuro líder de España, de pruebas de que sus ideas tienen unas líneas rojas intraspasables y que una de ellas es su españolidad.
¡Visca Espanya y viva Cataluña!