Tenemos menos de 24 horas. España se encuentra en una situación de alto riesgo. La moción de censura presentada por Pedro Sánchez contra el Presidente Rajoy ha creado una gran inestabilidad política. Fue una sorpresa que la presentara el 25 de mayo, es decir, apenas al día siguiente de haberse logrado la aprobación de los Presupuestos Generales, con inclusión de muchas enmiendas, la mayoría de ellas procedentes del acuerdo alcanzado con Nueva Canarias, socio electoral del PSOE. Las consecuencias inmediatas se han manifestado en el plano económico: fuerte caída de la Bolsa e importante subida de la prima de riesgo, pero su gravedad principal radica en las posibles concesiones que un Gobierno presidido por Sánchez pudiera hacer al separatismo catalán y vasco.
Las probabilidades de que la moción de censura prospere son altas, debido a la ambición de Sánchez y de Iglesias de llegar al poder y al anhelo de los separatistas catalanes y vascos de que España tenga un Gobierno central débil que permita extorsionarla. No obstante, siempre frente a todo riesgo cabe pensar, o soñar, con oportunidades. Lo esencial sería que los partidos constitucionalistas tradicionales PP y PSOE, acompañados por Cs, muestren altas miras. De la locura de un Podemos, que no renuncia a Venezuela, poco cabe esperar. Las claves para una opción alternativa pasan por un importante cambio de las actitudes actuales de Rajoy y Sánchez.
La primera oportunidad, la más factible, sería que el PP asuma que es necesario buscar una salida democrática adecuada que no es otra que poner en manos del pueblo español la decisión, mediante la convocatoria de elecciones generales. Ello pasaría por la inmediata dimisión de Rajoy. La Constitución no prevé específicamente esta situación en un contexto de moción de censura, pero es razonable interpretar que no habría razón para continuar ese trámite ya que no habría Presidente al cual censurar. Llevaría a un Gobierno interino, presidido por la Vicepresidente, y a la apertura de un período de consultas del Rey con los partidos políticos, a fin de proponer al Congreso un candidato a Presidente. Este periodo daría un margen mayor de tiempo para que los partidos constitucionalistas pudieran acordar la candidatura de un Presidente cuyo programa fuera la inmediata convocatoria de elecciones. Cabrían obviamente otros acuerdos complementarios tales como la composición de un gobierno interino de técnicos o incluso pluripartidista; la renovación del 155, con la mayoría del PP del Senado y la aprobación de los PGE en el Senado.
La segunda oportunidad, la utópica, consistiría en que, ante el previsible resultado de la votación de la moción de censura de mañana viernes, el PP hablase con Cs y ofreciese al PSOE de Pedro Sánchez, 60 de sus diputados para completar la mayoría absoluta junto con los 84 del PSOE y los 32 de Cs con la clara contrapartida de renovación del 155 y convocatoria inmediata elecciones. Requeriría un cambio radical de actitudes y una intensísima serie de reuniones, cuyo plazo acaba mañana. No es imaginable, pero sería un ejemplo incuestionable de que los partidos de la derecha y centro son capaces de anteponer España al logro del poder partidista y ofrecería al PSOE la oportunidad de compartir también una visión de Estado. Un gran resultado colateral de un acuerdo de esta naturaleza podría abrir las puertas a un futuro político que, de verdad, supere el apasionado, pero sectario análisis de la Guerra Civil y sus orígenes.
La tercera oportunidad, la difícil, sería que Pedro Sánchez no aceptara compromisos de Gobierno con Podemos ni de cesiones al separatismo y que les dejara a estos la decisión de mantener o dejar a Rajoy en el poder. Obviamente tendría que ser muy escueto y genérico en sus palabras y arriesgarse al resultado de una moción de censura que podría perder. Si la gana podría gobernar sin gravámenes especiales aparte del hecho de su minoría parlamentaria. Si la pierde, de cara a unas futuras elecciones, habría reforzado su imagen como hombre de Estado y la imagen socialdemócrata de su partido.
En suma, aún hay algún margen de oportunidad para España en los que Rajoy y Sánchez juegan un papel esencial. ¡Viva España!