Así define la galardonada escritora francocanadiense Nancy Huston su última novela, que además del Premio Femina 2006 obtuvo un enorme éxito en Francia. A través de los relatos de cuatro niños, desde la actualidad hacia el pasado, el lector accede a los recuerdos personales que entretejen la historia familiar hasta culminar con el descubrimiento de un secreto que ha determinado la vida de todos ellos. La novela se inicia en California en 2004, con el brillante y mimado Sol; continúa en 1982 con su padre Randall, que divide su infancia entre Nueva York y Haifa; prosigue con su abuela Sadie
desde el Toronto de los años sesenta y culmina con la bisabuela Erra desde su hogar en Múnich en 1944. Una marca de nacimiento, una señal congénita que une a las cuatro generaciones, será la clave para desvelar ese terrible misterio que ha condicionado irremediablemente sus vidas.
Ardalén, Miguelanxo Prado
Ardalén es el nombre de un viento que sopla desde el mar y que, según las creencias, se origina en las costas americanas. A través de este hilo conductor, diferentes personajes desarrollarán un argumento en el que se entrecruzan sus vidas.
«Los recuerdos, que son muchos, van y vienen, sin que yo consiga colocarlos. Nunca estoy seguro de qué sucedió antes o después, me bailan los nombres, las caras... Es como si el libro de mi vida allá se hubiese deshecho y me quedara en las manos un puñado de hojas que no consigo ordenar de nuevo. A veces, incluso, es como si esos recuerdos no fuesen míos... Ni siquiera estoy seguro de diferenciar lo que he vivido y lo que he imaginado.»
Somos lo que recordamos. Pero la memoria no es un registro objetivo e inalterable.
Sabela intenta reconstruir una historia, una parte de su historia, a través de los recuerdos de Fidel. Pero hay más hilos que se van entretejiendo en ese proceso de recuperación, otras personas, otras memorias. Porque también somos lo que los demás recuerdan.