No es habitual que la máxima autoridad de una comunidad autónoma, el mas alto representante del estado en la zona, invite y llame a la rebelión contra el estado que representa. Quin Torra, nos guste o no, es la máxima autoridad del estado español en Cataluña. Quin Torra alienta a delincuentes a presionar en la calle y seguir calentando el ambiente. Quin Torra felicita a los nuevos milicianos del siglo XXI conocidos con ese nombre tan pomposo, tan aparente como son los Comités de Defensa de la Republica, los CDR. Estos “comités” están organizados en torno a antiguos terroristas de Terra Lliure vinculados con ETA. Si los milicianos de antaño pagaban en la retaguardia sus frustraciones del frente, asesinando y violando a inocentes, si su característica mas llamativa era la cobardía en la batalla y una valentía extrema en la retaguardia, los actuales milicianos el siglo XXI tienen como modelos a aquellos que ponían bombas en el pecho de octogenarios y las hacían estallar. Catalanes de toda la vida como Jose Maria Bulto, asesinado en mayo de 1977 o el ex alcalde de la ciudad condal Joaquin Viola y su esposa, también asesinados mediante el mismo método de adosar una bomba al pecho del amenazado. Uno de los condenados por estos crímenes fue Carlos Sastre, conocido activista independentista y uno de los ideólogos de los CDR, con los que Quin Torra no tiene ningún empacho en fotografiarse.
Es paradigmático el uso del lenguaje por parte de la izquierda y muy particularmente por parte del independentismo, su manipulación y tergiversación llega a hacernos creer que no están bien, que padecen de una grave enfermedad mental incurable. Amigos de terroristas y asesinos, que tienen como modelos históricos a emular a psicópatas como Lluís Companys y que padecen dos síndromes que explotan de forma continuada, el síndrome de victimismo y el de superioridad, que combinan de forma perfecta y magistral hasta llegar al paroxismo. Para ser certeros, más que un síndrome, es un complejo. Nos hablan de paz los mismos que pusieron a Josu Ternera de responsable de la comisión de derechos humanos en el parlamento vasco como si de una broma macabra se tratara, y Puigdemont tiene como abogado al ex terrorista de ETA y secuestrador de Emiliano Revilla, Gonzalo Boye. Todo un ejercicio de cinismo por parte de aquellos que retuercen el lenguaje.
Pero siendo esto preocupante, lo mas grave es la ausencia de voluntad de aquellos que podrían revertir la situación. Ni PSOE ni Partido Popular, tienen ninguna intención de cambiar las cosas. Me atrevería a decir que son conniventes con todos aquellos que desean romper España. La batalla lingüística ya se perdió hace mucho tiempo, desde el momento que dejamos de llamar a las cosas por su nombre y aceptamos modificar su significado, la batalla ideológica se perdió por incomparecencia y la batalla contra el independentismo simplemente no se desea ganar.
Si PSOE y Partido Popular no desearan someterse al chantaje continuo del independentismo por culpa de la aritmética parlamentaria, hubiesen cambiado la ley electoral, evitando que los aldeanos periféricos tengan una representación exagerada en el congreso de los diputados respecto al número de votos que reciben, y sobre todo, teniendo en cuenta que son precisamente la anti España, los que deciden las leyes mas importantes del estado, como lo son entre otras, los presupuesto generales del estado.
España necesita una catarsis, una renovación, una gran escoba que todo lo barra. España esta frente al dilema mas importante de su historia, si desea seguir siendo lo que es, o si por el contrario se rinde a todos aquellos que de una u otra manera buscan su desaparición tal y como la conocemos.