La ministra empezó, como suele, recordando a las víctimas de género antes de contar qué hace su ministerio y meterse en un discurso en el que fue mezclando informaciones con chistera y conejos. Interesaba lo que quedaría explícito con las preguntas que se hicieron y trasladaron (y con las que no se trasladaron): Conversación suya con el ex-comisario Villarejo. Supuesto intento de dimisión. Postura ante la situación del juez Llarena. Injerencia del Gobierno en la actividad del Ministerio Fiscal. Malestar de jueces y fiscales en Cataluña. Petición de ERC para que el Ejecutivo actúe sobre la Fiscalía... Pero la ministra echo mano de chistera y fue soltando los conejos que pretendían distraer la atención sin conseguirlo. La intervención fue tan desafortunada que parte de la audiencia, en vez de anotar qué decía sobre la actividad del Ministerio de Justicia, se dedicó a algo tan banal como: Analizar su lenguaje corporal. Contabilizar el escaso parpadeo de ojos por minuto. Señalar que las palabras salían de su boca, semicerrada, como masticadas. O marcar los movimientos que hacía, como saltitos, cuando, en su discurso anodino y gris, surgía una idea consistente.
Al día siguiente, Pablo Casado también echó mano de chistera. Y con conejos. La maniobra parecía tener algún motivo distinto a los de la ministra. Ella podría pretender ganar tiempo e ir colando un discurso con el que dar sensación de tranquilidad en su ministerio y normalidad en el Gobierno. Casado recurrió a la misma maniobra, pero de forma más inteligente. Con autor desconocido, aunque supuesto, convenía ver la triquiñuela: Se sabe que desde el acceso de Casado a la Presidencia del PP su presencia en actos públicos y medios de comunicación ha sido tan abundante que amenaza con un desgaste personal no deseado. También que el PP debe aprovechar la debilidad del Gobierno de Pedro Sánchez, preparar las elecciones andaluzas y mostrar entidad y consistencia. Por eso, se decidió que Casado usara la chistera. Una chistera extraordinaria, que le aparte del combate político, le convierta en impulsor de una propuesta nacional magnífica y que, además, le dé, como concesión a la prensa, la oportunidad de opinar cuando interese, dar o devolver golpes, y convertirse en protagonista principal.
Para sus pretensiones, Casado, a diferencia de la ministra Delgado, no usó presentador. No necesitaba laudatio, ni persona que sirviera de chistera. Bastaba con que el Presidente de Europa Press, Martín de Cabiedes, le cediera el micrófono para, sin papeles, sacar la chistera (“Gracias por venir a escuchar lo que el PP quiere plantear para los próximos años. Permitidme que hoy no hable de la actualidad política”) e ir soltando los gazapos. Que fueron 10: Estamos ante la cuarta revolución Industrial que hay que encarar. Adaptarse a la Revolución Digital. Cambios en Economía. Consecuencias en el mercado laboral. Modernizar la Educación. Sostenibilidad del Estado del Bienestar. Adecuación de Administraciones Públicas. Desafíos frente a la digitalización. Amenazas de futuro y Oportunidades. Tener claro que hay que competir.
Con los gazapos sueltos, Casado buscó el rol de aspirante a Presidente del Gobierno: “Yo apuesto por eso..., hablamos de un Gobierno que quiere elevar la deuda. Nunca una generación ha sido tan egoísta...O los cazados se revelan contra la tiranía o la tribu se escinde. Ése es el enfoque del PP, es de lo que se está hablando. Si no lo hacemos, la ola nos va a caer encima”
A continuación, como concesión a la prensa, los temas del momento: PGE. Incongruencias del PSOE, rechazando un tratado comercial con Canadá y mandando a Sánchez a abrazarse con Trudeau. Cuentas a Bruselas antes de aprobarse. Trampa para dilatar la legislatura (Estando agotada, se alarga aumentando el gasto público, como hizo Zapatero...Luego vendrá bancarrota, déficit oculto y facturas sin pagar en cajones por 100.000 millones de euros”). Italianización de la economía española. Se sube el salario mínimo y Calviño dice que hay literatura. La subida del salario mínimo, 22 %, puede ser origen de una subida de salarios del 20%. ¿Se puede hacer lo que hacen con la energía, reforma fiscal, subida de cotizaciones sociales? No se ganan elecciones siendo tristes, pero hay que decir qué está pasando. “Quiero confiar en que el Gobierno apoye a los jueces y a Llerena”. “Sobre el 155 ofrecemos apoyo en el Senado”. “Parece que el PP es el malo, pero no bajó las pensiones, quien las bajó fue Zapatero... Las subidas pasadas no fueron tales porque compensaron la inflación”. “Hoy, en Congreso propondremos la lista más votada, para que Ciudadanos se retrate”. “Mi adversario en Andalucía no es C’s, es Susana Díaz”. “Por ahora, C’s no entra en Gobiernos, lo mejor para España, si hacen falta los votos de C’s’, sería un Gobierno del PP”.
Hubo también una afirmación extraña “He repasado los asistentes, Nadal Escolano, Gómez Pomar... Si los comparas con C’s, yo me quedaría con los primeros”. Así respondía a una pregunta sobre un posible gobierno con Rivera como Vicepresidente. Y con ello, sibilina, aparece una duda: El repaso de asistentes es un gazapo de Casado, ó una chistera de quien lo concibió.