Regalamos a nuestros lectores un villancico escrito por nuestro habitual colaborador D. Luis Sánchez de Movellán, doctor en Derecho.
UN LUCERO EN EL PESEBRE
Brilla una estrella en el cielo.
Campesinos y pastores
la señalan con el dedo,
y los tres Magos de Oriente
ponen su empeño y su celo
en seguirla silenciosos
para conseguir su anhelo.
Suena una música dulce.
Es del ángel trompetero
que anuncia la Buena Nueva
con son celestial y austero.
En Belén hay un establo
y hay sobre él un lucero.
Mula y buey junto al pesebre
calientan al Don del cielo.
El Niño Dios ha nacido,
y con pajas y con heno,
la dulzura de María
le ha creado un suave lecho.
Su padre José le mira
con amor, y satisfecho
de haber hallado un lugar
para los tres, con su techo,
en una noche cerrada
que ilumina su pequeño.
Un mágico resplandor
que se vislumbra de lejos
sirve de seña a las gentes
que se acercan con respeto,
con admiración y asombro,
al establo y al Misterio,
para adorar al nacido
Hombre, Señor, y Dios nuestro.
También llegan desde Oriente
montados en sus camellos,
los tres Magos, que son reyes,
y mirando al Rey Eterno,
le traen lejanos presentes:
el uno le ofrece incienso,
el otro le entrega mirra,
y el más anciano, el tercero,
un hermoso cofre de oro
pone a los pies del Eterno.