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España necesita una profunda renovación política
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España necesita una profunda renovación política

· Por Enrique Miguel Sánchez Motos, Administrador Civil del Estado

By Enrique Sánchez Motos
sábado 06 de julio de 2019, 09:46h
Para la reflexión veraniega. La democracia española nació entre dos pinzas: la buena voluntad y la mentira, o error político. La Transición, el referéndum de Reforma Política, la ley de Amnistía de 1977, y la ratificación de la Constitución de 1978, con el aplastante apoyo de los españoles, mayor aún en Cataluña, fueron el lado de buena voluntad que sigue valiendo la pena. Pero frente a él se abrió un camino de mentiras políticas y errores de visión, que han impedido un desarrollo correcto, orientado hacia la convivencia democrática, que proclama el preámbulo de nuestra Constitución. En efecto, tras la ley Amnistía, que sacó 500 etarras de la cárcel, ETA siguió matando. Aquí cometimos el gran error, inspirado por la buena voluntad, de aprobar y desarrollar el Estatuto de Autonomía del País Vasco, un estatuto cuyo fondo fue desvelado más tarde por Arzalluz “unos mueven el árbol y otros recogen las nueces”. Gran Bretaña no lo habría aceptado; no lo hizo en Irlanda del Norte y eso que el caso irlandés en mucho más intenso que el vasco. La libertad no puede existir en un contexto de desorden. A ETA se la debió oponer el peso del Estado de Derecho, con toda su firmeza. Gravísimo error. Ahí Adolfo Suárez tuvo una gran responsabilidad.

El asesinato de tantos militares y miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, civiles, etc. fue la causa principal del golpe de Estado del 23F. A continuación, Calvo Sotelo, en lugar de enfrentarse radicalmente a ETA, se dedicó a perseguir a los autores del 23F, pero se silenciaron, conscientemente, muchas cosas que poco a poco se han ido desvelando. La mentira política entró por la puerta grande. Después llegó Felipe González, el de “OTAN no, bases fuera”, consciente del peligro que para la estabilidad democrática representaba ETA y apareció el GAL. Nuevas mentiras porque no se quiso reconocer el apoyo del Gobierno a la guerra sucia. Y esto, la famosa cal viva que Pablo Iglesias recordó a Sánchez en 2016, contribuyó a desalojar al PSOE del poder años más tarde.

La mentira sobre el GAL, la pretendida pureza socialista, enrareció el clima entre PSOE y PP y cuando, en 1993, perdió González la mayoría absoluta, optó por comprar la investidura a los nacionalistas catalanes, pagando un precio. En 1996, la minoría mayoritaria de Aznar optó por lo mismo, pagar un precio por el apoyo nacionalista. Ni González ni Aznar se propusieron mutuamente un pacto de caballeros, investir al que tuviera la mayoría minoritaria con la abstención del adversario, para evitar someterse al chantaje nacionalista. España hubiese ganado, pero la mentira de las dos Españas irreconciliables triunfó. Los chantajes dinamitaron la visión de Estado y se permitió al nacionalismo acciones tan graves y tan rupturistas como la demolición del sentimiento de patria común y la normalización lingüística, que no es otra cosa que la expulsión del español de los territorios con lengua autonómica. Todo ello en flagrante agresión a los artículos 2 y 3 de nuestra Constitución.

La España irreconciliable siguió vigente. Zapatero al llegar al poder derogó inmediatamente el trasvase Ebro a Alicante, Murcia y Almería. Además, anuló la derrota policial de ETA, que Aznar había logrado, y la cambió por un “alto el fuego permanente”, que abrió las puertas a ETA y sus amigos a la vida política, en condiciones de grave humillación para sus víctimas. Una nueva mentira. La agresión en 2016, en Alsasua, a dos guardias civiles y sus parejas, demuestra que la herida está mal cerrada. Para más inri Zapatero aprobó, en 2007, la Ley de Memoria Histórica, para hace 80 años. Es un ariete que está consiguiendo derribar el espíritu de la Transición de 1978, mientras que se pretende olvidar la memoria reciente de ETA. Todo ello ante la ceguera política del PP de Rajoy que, cuando tuvo mayoría absoluta en 2011, no supo derogar este instrumento de discordia. Esgrimir la buena gestión y renunciar a la visión de Estado es otra mentira política o, como mínimo, un error muy grave.

El independentismo catalán, tras el ensayo de la ilegal consulta de 2014, se envalentonó llegando al golpe de estado de 2017, con su Declaración de Independencia de Cataluña. Ante este hecho consumado Rajoy no tuvo más remedio que actuar. Buscó consenso, aunque contaba con la mayoría absoluta en el Senado, y obtuvo el apoyo del PSOE, que a cambio le pidió no intervenir en TV3, y de Cs que le exigió elecciones inmediatas, todo lo cual dio lugar a un 155 recortado, que además Rajoy no aplicó. Para sorpresa de muchos españoles, Albert Boadella incluido, se perdió así la oportunidad de aplicar un 155, continuado, a la Generalitat de Cataluña, para acabar con la cultura de odio y de separación de España que están impulsando los independentistas, con el dinero de todos los españoles.

Todo ello indica que, en gran medida y, en particular, en temas de Estado, España ha vivido y sigue viviendo en la mentira. Se trata de realidades que no se quieren reconocer. Se comentan por separado, cada una de ellas, en corrillos menores. A veces algunos tertulianos sacan algún punto, pero no es fácil que reconozcan que España necesita un cambio profundo, ¡¡ porque eso es ser de ultraderecha!! En el momento actual ha surgido otro elemento clave de la mentira. No me refiero a la famosa corrupción que tanto denunció Pedro Sánchez de la Gürtel, sin querer mirar al tema de los ERE. Es la gran mentira de pretender ignorar que hay que “consolidar un Estado de Derecho, que asegure el imperio de la ley, como expresión de la voluntad popular” Sin ello, no hay democracia posible. Nuestra ley electoral es la que es. Se ha aplicado desde 1985 y, mientras no se cambie, hay que acatar sus resultados. Cuando un partido emergente, como Vox, logra 24 diputados de una tirada, hay que entender que, a pesar de las apelaciones al voto útil, millones de españoles desean una nueva forma de enfocar la política nacional.

De hecho, tras las elecciones generales del 28A, muchos españoles se alegraron de que los resultados de las municipales y autonómicas, del 26M, ofrecieran la posibilidad de contrarrestar, desde el poder territorial, el triunfo de Sánchez en las generales. Pero el “cordón sanitario”, que Cs aplica a Vox, ha impedido conseguir un acuerdo tripartito. Ahora bien, las responsabilidades de cada partido no son las mismas. Resulta vergonzante que un importante periódico nacional titule, en primera página, “Vox sabotea en Murcia al PP y al Cs”. La realidad sin embargo es tozuda. El PP se ha enfangado, iniciando la nueva etapa de Casado, con el incumplimiento del acuerdo firmado con Vox, gracias al cual Almeida es alcalde de Madrid. Mal comienza la etapa de renovación de Casado. Es absolutamente tragicómico que el murciano, Teodoro García Egea, el que firmó el incumplido pacto de Madrid, haya ido a Murcia a intentar convencer a Vox de que le dé un cheque en blanco, para investir a un Gobierno PP-Cs en la Comunidad de Murcia. Tal vez Vox debería haber dicho “con incumplidores no me siento”. No hubiese estado mal.

Pero aparte de esta ridícula historieta de la que es responsable el PP, el villano del cuento es Cs. Se ha puesto en plan señorito y no quiere ni hablar con Vox, lo desdeña, no dice por qué. Cs no acostumbra a justificar sus posiciones, ni sus veletazos. Rivera, Villegas y Girauta, trío de ases que va a llevar a ciudadanos al desastre, califica a Vox de extrema derecha, a pesar de que fuentes del propio Vox han dicho que, en algunos casos, subscriben al 90% los programas que han firmado PP y Cs. Medios de comunicación, inclusive de derechas, participan de forma incomprensible en descalificar a Vox, o en el mejor de los casos, equiparan su actitud con la de Cs y PP. Nada de eso. Vox ha sido honesto desde el principio. Sigue con las puertas abiertas, a mi entender hasta demasiado abiertas. Su posición es absolutamente constructiva y generosa. Compararlo con el Cs o PP es vergonzoso. Esos medios deben considerar que sus lectores o audiencia tienen muy poco sentido común. Ponen en la misma balanza a la víctima, Vox, y a los agresores, PP y Cs. Le piden a Vox un cheque en blanco que ellos nunca darían.

Gracias, Vox, por haber tenido la valentía de ser firme en Murcia, aun a costa de posibles nuevas elecciones. España necesita un partido que asuma la realidad y la verdad. Un partido que no hable de corrupción, siendo corrupto; que no hable de cumplir la palabra dada, si la incumple. Vox está dando un ejemplo de lo que España necesita. Si esto obliga a llegar a nuevas elecciones a nivel autonómico en Murcia o en Madrid bienvenidas sean. El “sostenella y no enmendalla” debe ser cosa del pasado. O Cs rectifica y el PP pide disculpas a Vox, o realmente no se están sentando las bases para el gobierno esperado de centro derecha. Hay riesgo en el horizonte de un nuevo veletazo por parte de Cs, un gobierno de coalición de Cs en Madrid con el PSOE de Gabilondo. Todo ello después de haber reiterado, durante la campaña que nunca iba a negociar con el PSOE de Sánchez. En fin, ante estas cosas es evidente que ha habido y hay muchas mentiras en España. Eso debe quedar atrás. Borrón y cuenta nueva desde ahora pero no sigamos en las mismas. No me imagino un debate de Sánchez con Casado en el que le saque el tema de la Gurtel y del master. Sabe que Casado le respondería con los ERE, Faffe y demás y con su doctorado. Señores, tengan visión de Estado, busquen una política constructiva que nos lleve, de verdad, hacia la convivencia democrática. Todo lo demás en su justa proporción. Gracias Vox por haber dado un ejemplo de firmeza y de principios. España te necesita.

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