Corea del Norte lanzó otros dos nuevos misiles balísticos de corto alcance en menos de una semana en protesta por las maniobras militares conjuntas entre EEUU y Corea del Sur, que las considera como ensayos para invadir el país y que pueden entorpecer los avances habidos a lo largo de los últimos meses con Washington y Seúl para solucionas la desnuclearización de la península coreana y analizar el levantamiento de las sanciones. Al igual que años anteriores, los ejercicios militares conjuntos de estadounidenses y surcoreanos, previstos para agosto, que ambos ejércitos, de momento se niegan a cancelar, dan pie a Pyongyang para reafirmarse en su estrategia política y hacer ver a la comunidad internacional y a su propio pueblo que no va a permitir que el régimen norcoreano se vea debilitado por estas operaciones que se celebran en Corea del Sur.
Los dos misiles balísticos de corto alcance, lanzados esta semana, son de una prueba armamentística similar al que realizó el pasado 25 de julio, también en protesta por las maniobras militares, pero sería interesante analizar qué pasaría si EEUU y Corea del Sur suspenden provisionalmente estos ejercicios conjuntos y así ver entonces la reacción de Corea del Norte, pero lo que sí está claro que con estos ejercicios Pyongyang siempre tiene a su favor argumentos para quejarse y considerar que estas acciones no contribuyen a desbloquear las negociaciones.
Los misiles lanzados recorrieron unos 250 kilómetros y alcanzaron una altura de 30 kilómetros de caer en el mar de Japón (llamado mar del Este en las dos Coreas), cuyo lanzamiento se hizo desde la península de Hodo, en las cercanías de la ciudad norcoreana de Wonsan (costa oriental).
Por otra parte, el lanzamiento de dos misiles de corto alcance de la semana pasada, también fue un claro aviso por las maniobras militares, donde uno de los proyectiles recorrió unos 430 kilómetros y el otro voló en torno a unos 790 kilómetros, por lo que podría tratarse de un nuevo tipo de misil, según señaló el Ministerio de Defensa surcoreano, pero todo indica que los dos misiles lanzados en esta ocasión podrían ser de la misma clase que los disparados por Corea del Norte el pasado mayo.
En su momento, Donald Trump dijo no estar molesto por los lanzamientos: "Veremos qué pasa, pero son misiles de corto alcance y muchos tienen esos misiles, son misiles estándar" (comunes), expresó el presidente estadounidense, quien también restó importancia a los lanzados la semana pasada, pero políticamente al líder norcoreano, Kim Jung-un y a Trump no les interesan que surjan dificultades que puedan afectar a la reanudación de las conversaciones sobre la desnuclearización pero Pyongyang no cede en sus quejas y las maniobras se mantienen.
Obviamente, eso sí, la ONU prohíbe al régimen de Kim Jong-un experimentar con armas nucleares o misiles intercontinentales, lo que de momento es prácticamente imposible. Volver a tiempos pasados desde el punto de vista nuclear no va a ocurrir.
Las reacciones no se han hecho esperar. Corea del Sur lo considera una provocación y una amenaza que origina tensión mientras las conversaciones sobre la desnuclearización siguen estancadas, dentro una enorme preocupación que pueden debilitar los esfuerzos para establecer una paz definitiva en la península coreana sin armas nucleares.
Todas las partes implicadas quieren desbloquear el actual “impasse” en las negociaciones, la cuales desde el primer encuentro entre Kim y Trump giran al levantamiento de las sanciones como primer paso pero EEUU quiere que antes Corea del Norte desmantele su arsenal nuclear.
Dos posiciones diferentes, pero con posibilidades de arreglo siempre y cuando no suba la tensión en la península coreana, donde el régimen norcoreano sabe de la importante que tiene el levantamiento de las sanciones para relanzar su economía.
Tal como dicen los expertos, con un PIB que ha ido a la baja, un 4,1 por ciento en 2018 y un descenso en el volumen del comercio exterior, la normalidad para solucionar los problemas económicos es clave, pero no resulta fácil encontrarla. El régimen quiere atraer a los turistas extranjeros con nuevos programas turísticos para así amortiguar el impacto de las sanciones en su contra. Pero sin normalidad el asunto es harto complejo en la solución nuclear.
Kim Jong-un y Donald Trump se han reunido tres veces en menos de dos años, la última en la Zona Desmilitarizada (DMZ) en Panmunjom (1 julio de 2019) para reactivar el dialogo tras el fracaso de la segunda cumbre de Hanói (días 27 y 28 de febrero de 2019) y que convirtió al presidente estadounidense en el primero de EEUU en ejercicio en pisar suelo norcoreano y luego la primera de Singapur (12 de junio de 2018).