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UNA CICATRIZ EN NUESTRA HISTORIA

La Memoria Histórica hiere gravemente a la Transición
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La Memoria Histórica hiere gravemente a la Transición

· Por Enrique Miguel Sánchez Motos, Administrador Civil del Estado

By Enrique Sánchez Motos
lunes 14 de octubre de 2019, 08:41h
Disculpen ustedes, señores diputados que aprobaron o callaron ante la ley de Memoria Histórica, pero creo que hicieron un grave daño a España en 2007. Tal vez yo, de haber sido diputado del PP, hubiese hecho lo mismo, a regañadientes, creyendo que era un paso más, desagradable, sin demasiada trascendencia, para conseguir la paz política y revalidar el marchamo de demócrata. Podría acogerme a la excusa de que, de todas formas, ya se habían dado pasos previos en esa dirección, sin que hubiera habido consecuencias políticas adicionales. Por ejemplo, el 28 de diciembre de 1995, el Congreso aprobó por 284 votos a favor y 2 abstenciones reconocer la nacionalidad española a los Brigadistas Internacionales y, sin embargo, no ofrecer lo mismo a los alemanes de la Legión Condor o a los italianos del Cuerpo de Tropas Voluntarias, que también dieron, o arriesgaron, sus vidas en suelo español. También es cierto que Aznar, ganó tres meses después, en marzo de 1996, las elecciones y llegó a ser presidente y que algunos pueden pensar que, si se hubieran opuesto a esa proposición no de ley, hubiesen podido ser tildados de “fachas” y haber perdido las elecciones.

Sin embargo, ahora, ya casi en 2020, se percibe, cada vez con mayor claridad, que ese camino pretendía lavar la historia del bando perdedor y ensuciar la del bando ganador de la Guerra Civil, y que fue un gravísimo error, que ha continuado ampliándose hasta hoy y que es un torpedo ideológico, para avanzar en la construcción de la convivencia democrática que propugna nuestra Constitución en su preámbulo. La realidad es que esta deriva ideológica, sesgada, recupera la dialéctica marxista, y vuelve a considerar a la antítesis (Franco, la derecha y el capital) como el enemigo irreconciliable. Por el contrario, la tesis (progresismo, socialismo, ayudas sociales y marxismo) se quiere presentar como la utopía única a construir.

Los marxistas, socialistas y comunistas, fueron los buenos durante la República mientras que los otros, las derechas, la CEDA, eran los reaccionarios a los que había que frenar y como mucho tolerar. La actitud de la izquierda durante la República, en la que ganaron las elecciones de 1931, pero perdieron radicalmente las de 1933, fue revolucionaria, con el cruento golpe de Estado de 1934 incluido, y generó un clima de violencia social que desembocó finalmente en la trágica Guerra Civil. Después durante la Guerra Civil la izquierda que dominaba el Gobierno, teóricamente, mostró un talante, checas, paseíllos, que les hizo perder su legitimidad. Frente a ello tuvo a Franco, que con el apoyo de mucha gente a la que la izquierda había perseguido, ganó la guerra, con toda la violencia que ello conlleva. Después hizo una persecución de los crímenes que se habían cometido en el lado perdedor y dio lugar a un número importante de condenas a muerte, muchas de ellas conmutadas, como la de mi tío abuelo, condenado por ambos bandos, y otras ejecutadas.

El régimen de Franco fue autoritario y de derechas, pero a pesar del bloqueo internacional a que se vio sometido, tras un duro periodo de autarquía, fue reconstruyendo los daños de la guerra, los transportes, los pantanos, la economía, en épocas duras en las que el trigo se recolectaba mediante siega manual y muchos pueblos no tenían ni luz ni agua corriente. Aun en aquel contexto de penuria, el Fuero de los Españoles de 1945 reconocía “el derecho a la asistencia en los casos de vejez, muerte, enfermedad, maternidad, accidentes del trabajo, invalidez, paro forzoso y demás riesgos que pueden ser objeto de seguro social”, se promovió la educación gratuita, ley de 1945 y la sanidad gratuita (Seguro Obligatorio de Enfermedad del Ministerio de Trabajo en 1942.

Por otra parte, la amenaza soviética, impulsó a EEUU, a buscar aliados seguros, lo que dio lugar a la firma. en 1953, de unos acuerdos con Franco y a la visita del Presidente Eisenhower a España, que abrieron la puerta al régimen de Franco en la esfera internacional. Posteriormente, a finales de los 50, se inició un proceso de liberalización y desarrollo económico en España, que mejoró de forma extraordinaria el nivel de vida de la población y que generó una importante clase media y un contexto social favorable a la democracia plena.

A pesar de ello muchos en España éramos antifranquistas porque queríamos un régimen de libertades, similar al que gozaban los países europeos occidentales. No entrábamos a valorar, o incluso desconocíamos, que, en alguno de esos importantes países, como Alemania, estuviese prohibido el Partido Comunista. Tras la muerte de Franco llegó la Transición. En aquella época, la mayoría de los que teníamos edad suficiente para entenderla (Pedro Sánchez tenía 3 años e Iglesias y Errejón no habían nacido) sabíamos que estábamos saliendo de un régimen autoritario, con menos libertad que los regímenes que nos rodeaban, Francia, Italia, Inglaterra o Alemania. Pero también intuíamos (o sabíamos) que España tenía un régimen muy superior, en libertades y progreso social y económico, al de los países comunistas de la Europa del Este. Los votos de las primeras elecciones libres de junio de 1977 (UCD 6.310.391, AP 1.504.771, PSOE 5.371.866 y PCE 1.708.890) pusieron en evidencia que los españoles deseábamos una Reforma, encabezada por Suárez, ex secretario general del Movimiento, y no una Ruptura, a pesar de la moderación que mostraba Carrillo, secretario general del recién legalizado Partido Comunista. El propio Felipe González forzó al PSOE, en septiembre de 1979, a abandonar el marxismo como fundamento ideológico esencial del PSOE y lo dejó reducido a un papel complementario, como método de análisis de la historia.

Con estos mimbres se fue pasando del régimen de Franco al régimen constitucional actual, con pasos firmes, de la ley a la ley, sin ruptura. La ley para la Reforma Política de 1976, la ley de Amnistía de 1977 y la Constitución de 1978 fueron los pilares de la España democrática actual. Sin embargo, en ciertos niveles del PSOE, y en todo el Partido Comunista, se mantuvo latente el deseo de ganar la guerra que, en 1939, perdió el marxismo revolucionario. Sigue habiendo iluminados, incapaces de ver la dictadura cubana, que ya dura 60 años. Parece que para ellos no ha habido mal mayor que el franquismo. Nada importa que los presidentes Sánchez y Zapatero tengan abuelos, que cooperaron muy activamente con el franquismo. Nada importa que Leguina, Vázquez, y muchos otros izquierdistas, rechacen hoy esa historia de buenos y malos. Nada importan los datos de los crímenes que reveló el periódico ruso Izvestia en 1989, tras la caída del comunismo, gracias a Gorbachov. Nada importa que esos datos hayan sido complementados y precisados más aun por historiadores posteriores. Más de 100 millones de muertos en la balanza del comunismo, basado en la ideología marxista revolucionaria, la misma que inspiró las actuaciones criminales de los socialistas, que iban desde Largo Caballero, el Lenin español, hasta Negrín.

No se puede ser antifranquista y demócrata y a la vez hacer apología de las “virtudes” de lado revolucionario marxista en la Guerra Civil. Pretender negar sus atrocidades queda fuera del sentido común. Llevaría a pretender que el comunismo/socialismo revolucionario español de la guerra civil ha sido el único impoluto en la historia criminal del comunismo en el mundo. Querer ignorar la degradación moral, económica y social que produce el comunismo en los países en los que se instaura es increíble. En ellos la carrera profesional no existe si no eres miembro del partido. Igual ocurre para conseguir un piso. Al final, todos se tienen que hacer miembros o colaboradores de la policía secreta, o del partido, para que sus hijos puedan ir a la universidad. Tienen que vender su alma, y muchas veces su cuerpo, para poder subsistir. Es muy parecido a la sumisión que nos muestran las películas sobre el nazismo. Si tienen dudas pregunten a nuestros hermanos europeos de Polonia, Rumanía, Bulgaria, Hungría etc. ¿Por qué los progres no les preguntan qué piensan del comunismo como régimen de libertades? Y sobre todo ¿por qué los progres españoles no preguntan a los exiliados venezolanos qué piensan del régimen bolivariano de Chaves y Maduro, al cual Iglesias Monedero y Errejón apoyan? ¿Es eso lo que quieren para España?

La dialéctica marxista de enfrentamiento irreconciliable y la interpretación marxista de la historia siguen vivas. Y eso mantiene una dicotomia entre los progres buenos y los fachas malos. No importa lo que hagan unos u otros. Basta con el calificativo que se aplica. La corrupción de la izquierda (EREs, cursos de formación, GAL, ETA) es secundaria. La de la derecha (Gurtel, 23F) es imperdonable. Todo ese entramado confuso, que descarta la Reconciliación, esa presunta superioridad intelectual y moral, es la que dio lugar a la ley de Memoria Histórica de 2007 de Zapatero, a la ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía de 2017, a la propuesta socialista de Memoria Histórica de 2019 y, por supuesto, a la exhumación de Franco en 2019. Lo malo es que todo ello hiere a la Transición, a la designación de Juan Carlos en 1969, a la Octava Ley Fundamental de Reforma Política de 1976, que fue impulsada por el rey, a la ley de Amnistía de 1977, aprobada casi por unanimidad por las nuevas Cortes elegidas por sufragio universal en España, y a la Constitución de 1978. Las Memorias Históricas atacan la línea de flotación de la Constitución y de la convivencia democrática.

Señores diputados, señores políticos, señores ciudadanos, cualquiera que sea el partido al que pertenezcáis. Aún estamos a tiempo de desandar este camino. No hay nada más noble que reconocer cuando uno se equivoca y rectificar. Es importante que estas conflictivas y sectarias Memorias Históricas se deroguen. Es crucial que trabajemos todos por la convivencia pacífica, en una España auténticamente reconciliada. No es un tema baladí, señores del Podemos, PSOE, PP, Cs o VOX. Es un tema en el que nos va mucho en juego. Nos va a llevar, sin que nos demos cuenta, a un derroche de energías y a la confrontación ideológica y civil. Tengámoslo muy en cuenta a la hora del voto en estas próximas elecciones generales.

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