Para muchos expertos en Medio Ambiente, aunque no para los que están a sueldo de Naciones Unidas, parece que la Cumbre del Clima va a quedar solo en un "canto de sirenas" que no va a abordar algunos aspectos clave del medio ambiente global como son los plásticos, la pesca, la gestión de recursos naturales en países en Desarrollo o la energía. Si se va a hablar del control de las emisiones, pero con la ausencia notable de dos de los mayores emisores globales, como son Estados Unidos o China, que han renunciado a estar presentes en la Cumbre.
Los Estados deben rematar en estos pocos días el desarrollo del Acuerdo de París en la COP25 y comprometerse a reducir más sus gases. El secretario general de la ONU, António Guterres, y la responsable de cambio climático de la ONU, Patricia Espinosa, este domingo en la COP25.
Cuando hace un mes las calles de Santiago de Chile ardían por las protestas y el Gobierno del conservador Sebastián Piñera tuvo que renunciar a acoger la Cumbre del Clima anual, se pensó en dejarla caer. Simplemente, que no se celebrase este año. Porque esta cumbre no estaba llamada a pasar a la historia.
Es una cita de transición entre la adopción y el desarrollo del Acuerdo de París —que se cerró tras años de negociaciones y fracasos en la capital francesa en 2015— y la puesta en marcha a partir de la próxima década de ese pacto, que busca que el calentamiento se quede dentro de unos límites manejables. Pero España se ofreció a que se celebrará en Madrid en las fechas previstas: entre el 2 y el 13 de diciembre.
Ahora España ha demostrado que no solo va a no ser capaz de vetar las emisiones, sino a su propio Rey. Y si, que ha sido capaz de organizar una Cumbre de Naciones Unidas con celeridad y eficiencia.