Desde algunos sectores se critica ahora si realmente por lo que se lucha es en favor de los derechos sociales, contra la violencia policial, o contra el racismo, porque parece que las protestas han englobado todo en uno en pocos días, y ya no se distingue la violencia policial del racismo.
En Estados Unidos las estadísticas arrojan el dato de que la Policía es mucho más contundente que en otras partes del mundo, pero reparte por igual ya sea negro el policía, blanco el atracador,negro el delincuente o de raza amarilla el policía.
El periodista García Isac no se ha arrepentido de sus palabras contra el jugador del Real Madrid, un deportista privilegiado que para el periodista de RadioYa nunca en su “vida de crápula ha visto una muerte por racismo”.
Para Garcia Isac el gesto del futbolista Marcelo “blanquea a todos aquellos que están derribando estatuas de Colón y de los conquistadores españoles”, que nada tienen que ver con el supuesto racismo norteamericano, sino que ha sido transformada por algunos grupos violentos en una lucha contra el sistema de convivencia que nos une, intentando derribar todo.
Isac sostiene que, por el contrario, y frente al oportunismo de Marcelo, ha habido pocos gestos con las víctimas del coronavirus, e insiste, a través de una entrevista publicada en ElCorreodeEspana.com, que en “España no hay racismo, España nunca fue esclavista y en los campos no se insulta a Marcelo, como a otros, por ser negro, sino por ser jugador del Real Madrid”, ha afirmado.
El periodista Javier García Isac recibió, según sus palabras, “un trato de criminalización por parte del diario La Razón”, que le tildó de racista por criticar a Marcelo.
La duda es si, de ahora en adelante, no se va a poder criticar a un personaje por el color de su piel, o va a haber que detener a las personas según su origen y aplicándole un tratamiento diferente.
La lucha contra el racismo tampoco debería dar bula a aquellos que quieren demoler nuestra sociedad, construida sobre pilares culturales sólidos y que han ido creciendo con el esfuerzo de miles de generaciones. Eso, por mucho que en el pasado se cometieran errores. El sistema de convivencia y tolerancia que disfrutamos en Occidente es el más avanzado del mundo, y precisamente por eso debemos intentar preservarlo. Con mejoras, eso si, pero preservarlo, si no queremos caer en una involución cainita que destruya nuestros cimientos.
Si el racismo pudiera ser una lacra entre muchos colectivos, eso no otorga libertad a los que quieren revisar el sentido de la historia, asaltar comercios para llevarse los televisores de plasma o se proponen derribar monumentos.
Sería transigir con una iconoclasta tan salvaje como la de los talibanes, y eso no se puede tolerar, no se puede claudicar ante posiciones tan poco democráticas.