El porqué Cataluña no será independiente

Muchos años lleva parte del pueblo catalán en busca de la independencia. La tesis del autor es que han sido decenas de intentos, presentados en diferentes formatos y con diferentes protagonistas, pero por cada uno ha llegado un nuevo fracaso, una nueva decepción y, en la mayoría de las ocasiones, unas tristes consecuencias. En este ensayo, dividido en tres partes, explica el porqué. Los capítulos son: la historia como testigo de cargo; los auténticos enemigos del independentismo catalán y los principales motivos de sus fracasos; y el fantasma de las "tres des": la negociación a la independencia de Cataluña y sus razones históricas.

El fin de este libro es precisamente dar las claves de fondo, mirando la historia de este continuo fracaso, poner al descubierto cuales son las causas, destapando la cruda verdad que rodea al Independentismo catalán. Y lo interesante es que el enfoque se hace, precisamente, desde la perspectiva del propio nacionalismo, como se identifica el autor. Una de las ideas que se manifiesta es la falta de firmeza del proyecto separatista a lo largo de sus múltiples y contradictorias etapas, así como la desunión crónica entre los propios partidos políticos independentistas, lo que hace que la mesa de negociación nunca se mantenga en pie y se vean frustrados sus intentos. En lugar de reconocer errores, como vemos actualmente con el tema de la gestión económica, huyen hacia delante.

Completan la obra un extenso álbum fotográfico y un índice onomástico. El lector podrá ver la historia de Cataluña desde una perspectiva que para muchos resultará desconocida, y con documentos de enorme valor que muestran cómo los diferentes actores (socialistas, comunistas, anarquistas, liberales o conservadores) luchan entre sí por un proyecto que confunde deseos con realidad. Isidre Cunill confirma que el proceso secesionista es el resultado de una decepción causada por un sentimiento elevado a paradigma político; y como ocurre con todo lo emocional, llevado al extremo, la razón queda destronada.