Por simplificar, España va a necesitar unos 200.000 millones muy, muy pronto, de lo que, por simplificar podríamos llamar “ayuda humanitaria”. Es decir para evitar la extensión intolerable de la gran pobreza y para no permitir que quede laminada una parte importante de su tejido productivo. En este enfoque no somos pesimistas. Creemos que, por interés propio de los países serios y potentes de la U.E. y de la zona Euro que ven el peligro a medio plazo de que se hunda abismalmente uno de los PIB y mercados grandes de la U.E., el dinero va a llegar. La cantidad no es tan importante (España no es capaz ningún año de utilizar plenamente lo que drena de la U.E., y devuelve parte) sino la gestión, su vigilancia y su aspecto finalista. Y en eso es importante que la Comisión Europea controle mucho y bien. Hemos dicho la Comisión, entidad supranacional, y no cualquier nación. Ni Holanda, ni Alemania, ni Chipre... eso es impensable. La cesión de soberanía, indispensable para construir la Europa de los Ciudadanos, sólo puede ser a organismos supranacionales plurales dónde España tenga su justa representación.
En cambio, en el largo plazo, donde entran las estructuras, las reformas estructurales y… el porvenir de la U.E. y de todos sus ciudadanos, incluido los que hoy son españoles, estamos mucho más alarmados. Como estamos convencidos de que el futuro de mayor prosperidad, seguridad y libertad de los ciudadanos europeos pasa por una U.E. reforzada con voz única internacional, defensa común, Euro sin riesgo de desaparición, unión política férrea, etc… o seremos ciudadanos de pequeños protectorados irrelevantes, creemos que si fracasa este Consejo Europeo (o el siguiente, todo lo más) el proyecto original de Unión Europea caerá pronto en el abismo en el que ya ha caído España, y nos esperará grandes sufrimientos. La U.E. ya ha fallado terriblemente a sus ciudadanos en esta segunda gran crisis que le ha azotado, en el aspecto sanitario y solidario. Europa ni ha existido ni ha sabido reaccionar y cada Nación ha tirado para sí en la pandemia. Si falla también en el aspecto económico político en estos momentos, estará cavando su tumba y nuestra tumba.
Es ahí donde personajes como Rutte (“premier” de Holanda) son muy peligrosos. No por ser liberal, ni populistoide con su bicicleta, ni racista anti sur, sino por no tener visión de futuro, ni de Estado, ni de Europa, Tiene alma de contable y de nacionalista de vía estrecha, y su horizonte es la lucha partidista electoralista de aquí a navidades. Por eso su error de enfoque no es que pida reformas al Reino de España, eso lo pedimos todos, sino las que pide : pensiones y coste del factor trabajo. Europa debe pedirle a España reformas esenciales, como, por ejemplo, la recuperación de la unidad de mercado, gigantescos recortes en los gastos administrativos, una reforma fiscal omnicomprensiva y revolucionaria, educación, etc…para que deje de ser el enfermo de Europa. Y ayudar a financiarlas. Y ahí estaremos todos.
¿Saben quiénes tampoco quieren oír hablar de esas reformas? Los secesionistas, los caciques y el Doctor Sánchez, por citar algunos de los pedigüeños habituales.