La situación en nuestra Nación, en el momento presente, es harto singular dentro de lo que suele ser la dinámica habitual en las democracias occidentales consolidadas, salvo Bélgica. En éstas, normalmente, se suelen disputar el poder, o el Gobierno, diferentes maneras de proteger o potenciar el bien común de una clara mayoría de la “polis”, o de toda ella, si es posible. Por eso se llama política. En algunas de ellas pueden existir grupúsculos anti-sistema al servicio de políticas nihilistas o destructivas del bien común pero son marginales. En cambio, en nuestra Patria, los enemigos del bien común, es decir los que trabajan contra la mayor unidad, solidaridad, prosperidad y libertad de los ciudadanos españoles, o están en el Gobierno, o en Gobiernos regionales con poderes disparatados, o condicionan implacablemente las decisiones de Gobierno al que convierten en cómplice de los ataques al bien común. Y, a veces, hasta a la oposición.
Por lo tanto, nos encontramos, presentemente, en España, una dinámica perversa, en la que, lo que podríamos llamar “la oposición”, o “las oposiciones”, se encuentran en la tesitura de tener, no que ofrecer una distinta y eventualmente mejor gestión de la democracia para proponer una mejor Nación de ciudadanos libres e iguales, sino de tener que oponerse a la destrucción de la Nación y a la destrucción de sus valores básicos para el bien común que son la libertad, la igualdad y la “fraternidad” o solidaridad. Y ello prioritariamente y río arriba de pugna politiquera y partidista, ya que es inútil presentar un mejor plan gestor para una democracia en vía de desaparición, “de facto” o “de jure”. Como preparar un plan de futuro para el Imperio Austro-Húngaro. En símil balompédico diríamos que el equipo visitante ya puede tener la mejor táctica que no sirve para nada si el equipo que recibe lo que ha hecho y hace es destruir la cancha y cambiar las porterías por palos de rugby. Observemos, de paso, que esa situación es “para-política” o “supra-política”, en buena parte, si se entiende la política como un mero juego táctico entre Partidos, ya que afecta a convicciones, valores y principios constitucionales en peligro. Ello también explica que en España no se haya producido lo que hubiera sido de cajón en muchas otras democracias en nuestra trágica situación: un Gobierno de salvación nacional.
Entendemos que esta coyuntura, además de ser inimaginable en la UE de 27 y poco frecuente en la Historia de las naciones prósperas, es muy difícil y delicada de afrontar para “las oposiciones” que en España moran. Pero afirmamos que lo indispensable y vital para dichas “oposiciones” es que reconozcan y tengan claro la situación expuesta, que sepan y conozcan de verdad lo que nos pasa y las terribles amenazas que sobrevuelan nuestra convivencia y el bien común. Digamos ya que en España consideramos “oposiciones”, por orden alfabético, a Ciudadanos, el Partido Popular y VOX. La semana que viene expondremos lo que complica aún más la reacción de las “oposiciones” para analizar ulteriormente la actitud de cada oposición.