Sigamos, con cada vez más desesperada pereza, intentando separar el trigo de la paja en cuestiones que configuran la felicidad, prosperidad, libertad y la propia existencia de los españoles del futuro, con la verdad por delante. Probemos con dos aclaraciones. Así el Gobierno pretende, con su sectaria y liberticida Ley absurdamente llamada de memoria democrática hacer creer que salda las cuentas con “el franquismo”, sea lo que sea lo que signifique eso, en nombre de los españoles, que, unánimemente deben por obligación mantener una repulsa visceral, irracional e indiscutible contra todo lo que acaeció en España desde 1934 a 1975. Pero eso es hábil coartada ante lo que realmente pretende este Gobierno dominado por el afán destructivo anti-sistema.
Lo que pretende realmente es denostar y también ir laminando lo que se ha ido llamando “La Transición” y, por supuesto, sus muñidores, partícipes y personajes emblemáticos. Poco le queda a Felipe González, por ejemplo, para ser puesto cruelmente en la picota por tardo franquista…Y eso es mucho más grave, porque si el franquismo se puede criticar como el reinado de Fernando VII, y para eso están los historiadores, la Transición es el presente, aunque esté en su agonía, y lo que trata el Gobierno es traer un nuevo régimen para sustituirla. Es decir para sustituir la democracia liberal occidental que nos dimos. Lo llaman unión de repúblicas confederadas. Adiós a la España de libres iguales y solidarios.
Y dentro de esa dinámica viene la otra aclaración. El último acoso a la Institución de la Jefatura del Estado y a la del Poder Judicial, la alucinante prohibición al jefe del Estado de aceptar una invitación a un acto oficial en una región de España, no tiene nada que ver con el debate monarquía contra república, ni con la actitud de su Majestad el Jefe de Estado o del Señor Lesmes, perfectamente disciplinadas y legales. Es un paso más en la destrucción de las Instituciones democráticas del Estado, enmarcado en una clara campaña con muchas otras actitudes y decisiones, que, llegadas a su última fase, serán plenamente absorbidas por el ejecutivo para “instalar el nuevo régimen nacido en 2018” (o tal vez con Zapatero.) Ese nuevo régimen dónde ya el Jefe de Estado, sea Rey o Presidente, no podrá ejercer su función simbólica en determinadas zonas de nuestra Nación, y la Justicia ya será exclusivamente Partidista y “revolucionaria” a más de fragmentada.
Eso en una semana en la que la Vice Presidenta primera pone los Presupuestos a disposición de Bildu y separatistas no terroristas, dónde se prometen indultos a golpistas que prometen reincidir, dónde España es el único país occidental que retrocede en el índice de capital humano del Banco Mundial ( noticia sólo leída en Ibercampus, por cierto)….etc…
Así empieza el otoño.