Se cumple un año de la aparición en nuestras vidas del SARS-COV- 2, COVID-19 o simplemente coronavirus. Lo que comenzó con una cadena de contagios en la provincia china de Wuhan, pronto se convirtió en la Pandemia más mortífera de los últimos tiempos, con más de 125 millones de personas contagiadas y 3 millones de muertes en la actualidad. Las proyecciones que realiza la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la letalidad del virus, se acercan a que sufriremos 5 millones de personas fallecidas y los contagios superaran los 200 millones, antes de que podamos garantizar una inmunización a nivel mundial. Según estas perspectivas estaríamos como en la mitad de la incidencia y mortalidad que tendrá el coronavirus en nuestro planeta.
Para llegar a un Punto Cero, es decir, un punto de absoluto control de la Pandemia, han de darse simultáneamente varios elementos. En primer lugar, la vacunación de al menos el 75% de la población mundial, unos 6.000 millones de personas, lo que implicaría 12.000 millones de dosis a inocular. Al ritmo que llevamos en Occidente esto se podría conseguir a finales de 2021, pero en el resto de países empobrecidos se conseguiría con suerte a finales de 2024. Ello implica que mientras no consigamos la inmunidad mediante las vacunas, el virus irá mutando y seguirán apareciendo cepas (actualmente son más de diez), cada vez más contagiosas, más agresivas y que harán preciso introducir la vacunación de forma estacional, modificada y permanente.
En segundo lugar, la reducción de la movilidad de personas, comercio, mercancías y alimentación, tiene que mantenerse al menos hasta conseguir la llegada al Punto Cero, de lo contrario el virus continuará moviéndose con facilidad, mutando y volviendo a hacer estragos con las nuevas variantes.
Por último, no menos importante, transformar nuestros sistemas de salud desde un nuevo paradigma de prevención y control de la aparición de pandemias. No hablamos ya de la COVID-19 solamente, sino de nuevos coronavirus que puedan aparecer y que de no modificar nuestro sistema sanitario mundial estaremos abocados a sucumbir de nuevo en los mismos errores. En este marco, especial atención a la investigación científica y al control de las patentes de la industria farmacéutica. No podemos dejar en manos de la empresa privada un asunto de Alerta Sanitaria Mundial.
El virus nos ha cambiado la vida. Ya nada volverá a ser como antes, al menos en mucho tiempo. Por ello hemos de acomodarnos y acostumbrarnos a afrontar con responsabilidad de especie los tiempos que nos han tocado vivir. Más allá de libertades individuales hemos de colocarnos en clave de subsistencia de la especie humana. Además de representantes políticos a la altura, también hace falta que la humanidad lo estemos. No tengamos prisa por llegar al Punto Cero, sin duda llegaremos, pero diría muy poco sobre nuestra inteligencia si no abordamos la grave situación desde una perspectiva global y seguimos insistiendo en el hoy poniendo en peligro el mañana.