Tras haber intentado la semana pasada alertar sobre la necesidad de invertir y actuar para adaptarnos ante los cambios geológicos previstos , mucho más que para impedirlos, para conseguir un mejor futuro, esta semana queremos proponerles reflexionar sobre otro fenómeno estructural, supra coyuntural y de potenciales consecuencias gravísimas para nuestro porvenir. Hablamos de la brutal derrota, en forma de desbandada grotesca, de Occidente en Afganistán a manos de los más salvajes y crueles talibanes. A manos de la yihad.
Cierto que existe un hecho a corto, que, por decencia, no podemos soslayar, y ojalá pudiésemos evitar, que es el abandono traidor y repugnante de la población afgana que creyó en nosotros y en nuestras promesas de protección y libertad a las campañas de degollamiento, aviesas matanzas y torturas perversas de los nuevos amos de Afganistán que se han instalado en un periquete en el poder tras la huida precipitada, indecente y cobarde de las fuerzas de Occidente. Falta de respeto a nuestros propios muertos, a nuestros valores y a lo que De Gaulle llamaba “la dette du sang”. Una ignominia que marcará la decadencia de Occidente como la marcó la derrota en Vietnam cuyos efectos aún perduran, en términos históricos. No sólo la derrota, sino la forma.
Pero con una visión de estadista, el otro aspecto clave de lo acontecido consiste en admitir que el mundo será mucho más inseguro, violento y vulnerable ante el terrorismo que hasta ahora. Recordemos, como decía el Ministro Eduardo Serra, que Afganistán ha sido “de siempre”un espacio crucial para controlar las grandes invasiones en uno u otro lado. Dos ejemplos. La conquista islámica (mogol) de la India que empieza con el primer gran mogol Babur, se lanza desde Kabul. Eso ha configurado la India actual, pero también su malhadada partición, y los terrenos explosivos de Bangla Desh y Pakistán. Eso cuando se dedicaron a invadir Oriente. Pero antes ya, Gengis Khan , el único caudillo que haya conquistado Afganistán ( no diremos cómo por ser horario infantil), lo toma de base de partida para lanzarse sobre Occidente, y malamente lo paramos a las puertas de Roma…Es un clásico para la civilización occidental y la Historia saber que le es vital controlar lo que pasa en el país de los Patanes (Pashtunes). Con el triunfal retorno de los talibanes, el peligro inmediato es la extensión de su poder a Pakistán, ya muy penetrado y carcomido. ¡Y Pakistán tiene la bomba atómica! Graves perturbaciones sufrirán entonces la India y problemas para China. Pero, coincidentemente con ese movimiento geo estratégico que reforzará enormemente el poder talibán y del DAESH o asimilados, Afganistán se convertirá en una base fenomenal, casi inexpugnable y reforzadísima para lanzar olas crecientes de terrorismo yihadista sobre Occidente. El mundo, y sobre todo Europa, se acaba de convertir en mucho más inseguro, vulnerable y sometido a posibles atentados que cercenarán nuestras libertades y nuestro “modus vivendi”. España, por su posición geográfica de multi fronteriza con el islam, terrestre y marítima (no olvidemos, por ejemplo que Malí está a una hora y pico de avión de Canarias) estará en primera línea de vulnerabilidad. Y deberemos multiplicar inversiones en seguridad, defensa, servicios de inteligencia, revisar nuestras leyes, nuestra adhesión a acuerdos internacionales, etc… Nuestro porvenir pinta más peligroso y menos próspero desde la deshonrosa desbandada de Afganistán.
Pero bueno, nos ocuparemos de eso cuando hayamos resuelto el problema de saber si el ajedrez debe ser prohibido por machista y hetero patriarcal. Los talibanes lo resolvieron desde el principio. Lo prohibieron bajo pena de latigazos.
Si (
No(
