www.elmundofinanciero.com

BATALLA POR EL PODER

Las memorias del protagonista

Las memorias del protagonista

· Por Abel Cádiz, autor de "La Historia del Poder"

domingo 26 de diciembre de 2021, 11:16h

Afirma Miguel Ángel Aguilar, gran referente del periodismo antes, en, y después de la Transición, que si hay una exacta coincidencia entre periodismo y política es que en ambas actividades no hay abuela. Resulta de ello que no debe sorprendernos el auto bombo y la constante nutrición del ego tan presentes en la política como en el periodismo. Para probar este aserto basta leer el libro “Palabra de director” de Pedro J. Ramírez porque, a falta de abuela, lo que pretende su grueso tomo de memorias es reivindicar su gran influencia en la política española desde que inició su carrera en ABC, para convertirse con 28 años en el director de Diario 16 y, tras su defenestración abrupta por Juan Tomás de Salas, fundar el Mundo y vengarse de su exjefe.

Pedro J. vivió en Estados Unidos una experiencia universitaria antes de su entrada en ABC, cuando se iban a vivir momentos trascendentes de nuestra reciente historia: muerte de Franco, dimisión de Arias Navarro y nombramiento de Adolfo Suárez, por el que confiesa un profundo sentimiento de admiración y cariño, olvidándose de la crueldad con la que le trató durante su etapa final de gobierno desde su columna en ABC. Fui testigo de ello como presidente de UCD Madrid, cercano a Suárez, en el tiempo en el que las familias internas, tejieron con éxito la urdimbre que acabó con el partido. Confiesa Ramírez que fue invitado por Joaquín Garrigues a participar en política, pero no quiso, aunque lo pensó en algún momento. La razón de su desistimiento la hemos sabido a través de otra periodista, Cayetana Álvarez de Toledo, que en su reciente libro “Políticamente indeseable” nos desvela el consejo que le dio Pedro J. al sugerirle que se dedicara al periodismo, porque “es la forma de hacer política sin responsabilidad”.

Luis María Ansón ha hecho una glosa ligera de “Palabra de director” acaso porque entre colegas los elogios deben medirse. Incluso cuando en un momento se le va la mano haciendo una relación elogiosa de los personajes y episodios que desfilan por el libro, se detiene para hurgar un poco, enmendándole la plana, sobre la saga/fuga de Francisco Umbral desde El Mundo a ABC (para disgusto de Pedro J) y su regreso poco después a El Mundo (para disgusto de Ansón). Mas lo importante de la memoria periodística de Pedro J. es su relato sobre las conspiraciones y estrategias que se construyen en torno al poder, empezando por las que dieron lugar a su despido en Diario 16, en la que deja evidenciada la mano del rey emérito, hasta las protagonizadas posteriormente por Mario Conde, aspirante a un liderazgo político por la puerta de atrás y de Javier de la Rosa, genuino representante del poder corruptor del dinero. No menos morbo tiene la parte en que revela las maquinaciones en torno al poder mediático, cuya máxima expresión giró en torno al grupo Prisa de Polanco y Juan Luís Cebrián, notables rivales de Pedro J. en esa etapa de su vida. Y así deja una muestra de esa rivalidad contando como le contrataron subrepticiamente a los 18 expertos que confeccionaron el digital de El Mundo.

Tiene no poco interés el relato detallado de lo que significó su batalla contra la actuación del Gobierno de Felipe Gonzalez en la guerra sucia contra ETA. Fue una batalla que duró varios años y trascendió al episodio oscuro del GAL y sus protagonistas. Desfilan personajes como Roldán, Amedo, Vera, Barrionuevo y más tarde Garzón, Belloch, y supongo que ninguno se sentirá feliz con el recuerdo que deja de sus conductas el libro de memorias de Pedro J.

Tal fue la intensidad de su batalla contra el felipismo (1982-1996) que al resultado final podría aplicarse una frase del Duque de Wellington: “si hay algo tan triste como una batalla perdida, es una batalla ganada”. La recreación de los episodios que marcaron esa etapa del Gobierno en su guerra contra ETA, en los que Pedro J. fue persistente protagonista, le dejo malparado en el episodio del video que le grabaron con una prostituta negra, mediante la trampa preparada y financiada con fondos reservados. De todo aquello se derivó el odio africano que suscitó en muchos personajes del poder.

La Memoria de director se detiene con cierta fruición en la amistad que forjó con José María Aznar, en sus encuentros y celebraciones, así como con las relaciones de confianza que logró con otros protagonistas de la época, tras la victoria pírrica del PP en 1996 que, merced a Jordi Pujol y a las mercedes que éste logró, permitieron la alternancia en el poder. Siguen los ocho años de Aznar y la desazón que éste sufre ante la codicia de amigos como Villalonga, encaramado a la presidencia de Telefónica y que se convierte en multimillonario en una operación obscena que hizo que Aznar le retirara una amistad que había nacido en el pupitre compartido del colegio.

Nos trae también el relato de Ramírez al trágico episodio de los trenes de Atocha con lo que significó atribuir el atentado a la banda terrorista ETA, las actuaciones de unos y otros ante una ciudadanía consternada que había sido llamada a votar en esas fechas. El resultado de aquellas maniobras partidistas que se produjeron entre el luto nacional fue la llegada al poder de José Luis Zapatero, con el que Pedro J. alcanzó una relación que se nos revela intimista en los momentos importantes, hasta el punto de que su papel de consultor se agiganta para dejar probado de nuevo que ha sido un protagonista excepcional de nuestra democracia. Contemplándolo con la perspectiva que nos ofrece el presente, no queda sino aplicarle el epitafio latino: Sic transit gloria mundo.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (1)    No(0)
Compartir en Meneame enviar a reddit compartir en Tuenti

+
0 comentarios