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Hoy he empezado a conocerme

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· Diario de un Peregrino. Capítulo 12. El Burgo Ranero - León. 35 kilómetros

domingo 10 de agosto de 2025, 08:00h
He llegado antes que nunca al albergue del destino. Me he acostumbrado a realizar el Camino de una forma poco ortodoxa, o quizás no. Las varas de contraste son escasas para mí. Sólo tengo como guías espirituales, los fenomenales vídeos de mis héroes Álvaro Lazaga y Urko Lekue. Que distintas se ven las cosas cuando estás dentro de la plaza. Los repaso de nuevo por si me he dejado detalles en el tintero. No suelen salir tan pronto, al menos Urko. Y siguen caminando después de comer, aunque no siempre. No hay reglas establecidas, cada día es distinto. Los vuelvo a revisar porque madrugo mucho, hago muchos kilómetros y suelo llegar fundido al albergue. ¿Estaré haciendo algo mal?. La respuesta es No, con firmeza.
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Nadie me obliga a caminar tanto, estamos en pleno agosto y con ola de calor. Ya tengo las claves del porqué de las cosas. Pues a pesar de las conclusiones, que hoy he ratificado visualizando en YouTube los últimos 7 vídeos de mi amigo Urko Lekue, me he levantado en El Burgo Ranero a las 4.45 h, empezando a caminar a las 5.10 h. La idea inicial era pasar León, cuya Catedral quedaba a 38 kilómetros. No me gusta pararme en las grandes ciudades. No tiene nada que ver con el Camino, igual he hecho siempre en Autocaravana Vivir. Supongo que soy cero urbanita. Aún así, hice noche en Pamplona y es de las que mejor recuerdo me han dejado. En León capital estoy, y doy gracias. He llegado con la seria dura de si mañana podré seguir caminando. El cuerpo es un equipo y a mí me cuesta entenderlo. Edad y hostias tengo acumuladas de sobra. Las fuerzas y la cabeza, perfectas. Los pies, no.

La jornada, como he dicho, ha empezado muy de noche, más temprano que nunca. Oscurecía cuando me despedí de Javier y Magdalena, dos ángeles hospitaleros. Y aunque estaba tan fundido que todo auguraba sueño profundo, el pueblo está en fiestas y a las 12 empezó la orquesta. La música nos ha acompañado hasta que nos hemos marchado, escuchándose incluso desde varios kilómetros en lontananza.

No es excusa. El Camino, de manera sorprendente, me está enseñando a ser mucho más tolerante y comprensivo conmigo mismo. Ni me molestan los suaves ronquidos, ni me desvelan las orquestas veraniegas. Otro aprendizaje. Por ese lado, un gran avance.

Sabía que me enfrentaba a una jornada fea. Según mis privilegiados contactos, posiblemente la más fea del Camino. No metían. Desconozco las que me esperan, pero es difícil que superen este catastrófico paisaje para la bonita historia que circunvala al apóstol. Supongo que no tiene remedio. La noche ha calmado mucho la predicción. Caminar durante dos horas bajo la luz de la luna y por asfalto sin pérdida ninguna, lo ha hecho todo más llevadero.

Los dedos pequeños de mis pies empezaron ayer a levantar sospechas de peligro. ¿Se estaban reivindicando?, ¿no les habré prestado el cariño y la atención que merecen?. Hoy lo han ratificado. Me duelen tanto, que la mejor medicina es no parar, no es la solución, más bien al contrario. Si te enfrias ya no puedes engañar a la mente. Volver a poner la máquina en marcha es mucho peor.

Han pasado cosas muy mágicas hoy. ¿Quién lo iba a decir con esos preliminares?. No será el escenario lo que quedará en mi disco duro, pero será para siempre una etapa que marcará un antes y un después. Después de 20 kilómetros seguidos y cuatro horas de caminata, Mansilla de las Mulas me ha sorprendido con todos sus bares cerrados. No me ha quedado otra, he tirado la mochila al suelo justo cuando cruzaba por su río. No podía más, estaba asustado, un sentimiento desconocido hasta hoy en el Camino. Las alarmas estaban justificadas. Con las ampollas curadas, eran los dedos los que estaban sangrando. He sufrido un bajón moral importante. Tendría que ser muy mago para explicarlo, porque aqui lo que de verdad cuadra es eso de "si lo que vas a decir no mejora el silencio, cállate".

Y en silencio, mucha incertidumbre, serias dudas, y una terrible soledad, de la que tanto hablan los caminantes, pero cuyo frío helador no había sentido hasta hoy, se han hecho dueños de mí. He hablado con mi pareja disimulando. No lo ha notado pero estaba llorando. Necesitaba alguien que me diera un abrazo.

He avanzado, por puro tesón, a una velocidad de geriátrico, durante bastantes kilómetros. Pararse no entraba en la baraja de mis opciones. Un bar me ha salvado sin saberlo. Un mágico café fuerte, largo y con miel, ha hecho que mi espíritu recobrara algo de actitud. Celine Dion también ha participado en la resurrección. El cartel de 14 kilómetros a León, ciudad que no estaba en el plan inicial, era ahora el único objetivo, la meta deseada. He seguido llorando, pero de suma felicidad y paz interior.

Hace unos días un buen amigo me confesó que él habló y mucho con su padre. Acababa de fallecer y le dedicó el Camino. Carlos, tenías toda la razón. He estado dos horas hablando con ambos, con mi madre y con mi padre. El mar de lágrimas impedía muchas veces que pudiera seguir la ruta. Pero su fuerza ha sido determinante. He recordado las heridas de Jesús, de camino hacia su crucifixión, y la vergüenza me ha invadido, ¿tenía yo un motivo real para quejarme?. Ha sido un momento que no cambiaré por nada del mundo.

He llegado a León y no lo he pensado. Estoy en un simpático y bien cuidado albergue. Me han tratado muy bien a la llegada, que es cuando se necesita. He lavado toda la ropa, zapatillas incluidas. He comido enfrente, recomendado. La charla con el hostelero ha sido interesante. Tiene prohibido que se vean informativos en su bar. He entendido con rapidez el motivo de su buena salud. Orgulloso de que la Cultural Leonesa haya ascendido a segunda división, está deseando que la liga empiece. Lo hace justo dentro de una semana.


Ahora me estoy escribiendo el relato porque no quiero que nada se olvide. Lo compartiré, como cada día. Madrugar, la mágica noche, el asfalto, el calor, León...voy a descansar todo lo que pueda. No tengo ni idea de como tendré los pies mañana.

Sí, es cierto, la meseta castellana es larga, fea, calurosa y algo deprimente. Pero el Camino es así. Quedarse sólo con lo que a uno le interesa, no es Camino, ni sirve como aprendizaje. Recuerda, he venido a conocerme. Hoy he conocido cosas de mí que ignoraba y los 55 ya no los cumplo. Orgulloso. Buen Camino.

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