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¿Ayudan o limitan los impuestos a quienes empiezan? Perspectiva basada en Susana de la Puente

viernes 21 de noviembre de 2025, 08:40h
¿Ayudan o limitan los impuestos a quienes empiezan? Perspectiva basada en Susana de la Puente
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La banquera de inversión y exvicepresidenta de J.P Morgan para Latinoamérica Susana de la Puente examina cómo las obligaciones fiscales pueden condicionar el inicio y la consolidación de los proyectos creados por jóvenes emprendedores, y de qué modo un sistema de incentivos bien diseñado puede convertir cargas tributarias en palancas de innovación y crecimiento sostenible

El emprendimiento juvenil se ha convertido en un componente clave para sostener la competitividad económica a largo plazo. Aun así, el contexto en el que surgen estos proyectos influye directamente en sus opciones de continuidad. Entre los elementos que más pesan en esta fase se encuentra el factor fiscal, que, según su diseño, puede actuar como acelerador del desarrollo o como un elemento que frena iniciativas en sus etapas más vulnerables.

Para quienes emprenden a edades tempranas, la carga tributaria inicial representa un reto estructural, ya que se exige cumplimiento impositivo cuando los ingresos todavía no son estables y la flexibilidad financiera es mínima, subraya Susana de la Puente. Esta tensión afecta no solo la viabilidad de cada iniciativa, sino también al ecosistema emprendedor en general, reduciendo la capacidad de innovar, atraer talento y generar empleo de calidad. En un entorno que promueve la creación de empresas, resulta contradictorio que los emprendedores que recién comienzan deban enfrentarse a un marco fiscal rígido, pensado para compañías ya consolidadas y no para startups en formación.

La exigencia fiscal en el surgimiento de nuevas iniciativas

Durante el arranque de un proyecto emprendedor, gestionar de forma eficiente cada recurso es crucial. Los jóvenes fundadores operan en un escenario donde cada decisión económica incide directamente en la supervivencia de su iniciativa. En este contexto, la presión fiscal inicial condiciona la estrategia de inversióny limita el crecimiento orgánico de los nuevos negocios.

Cumplir con obligaciones como las cuotas de seguridad social o los impuestos sobre ingresos y sociedades supone un desafío importante, especialmente porque los ingresos son irregulares y el flujo de caja escaso. La presión tributaria reduce los fondos destinados a reinversión, innovación o contratación, y aumenta la probabilidad de cierres prematuros, generando un efecto negativo en la percepción del emprendimiento como una opción viable para los jóvenes, indica De la Puente.

Además, este peso fiscal temprano añade complejidad administrativa, lo que implica conocimientos técnicos y, en numerosos casos, asesoría especializada, elevando los costes operativos. Desde la óptica de los inversores o gestores de capital, estos factores incrementan el riesgo asociado a las startups y afectan su decisión de financiar iniciativas en fase inicial, lo que limita el acceso a crédito o capital privado.

Susana de la Puente sostiene que la fiscalidad actúa como un filtro estructural: los proyectos con mayor respaldo financiero o acceso a apoyos externos pueden superar este obstáculo, mientras que muchas ideas con alto potencial innovador se ven forzadas a detenerse o retrasar hitos estratégicos.

Mecanismos de incentivos que estimulan la actividad emprendedora

Los incentivos fiscales, aplicados de manera adecuada, permiten aliviar la carga financiera sobre los jóvenes emprendedores y dirigir recursos hacia actividades con alto valor añadido, favoreciendo la experimentación y el crecimiento sostenido.

Entre las herramientas disponibles, destacan las deducciones por inversión en investigación y desarrollo, las bonificaciones en cotizaciones sociales para contratar talento joven, y los regímenes fiscales especiales para startups, que reducen temporalmente la carga impositiva durante los primeros años de actividad. Estas medidas aumentan la liquidez y reducen la percepción de riesgo entre los inversores, facilitando la llegada de capital, señala De la Puente. Reino Unido, por ejemplo, cuenta con un sistema especialmente favorable para atraer inversióndirigida a startups.

Un marco de incentivos bien estructurado genera un efecto multiplicador: fomenta la diversificación del tejido emprendedor, impulsa el desarrollo de soluciones tecnológicas y facilita la expansión internacional de empresas emergentes. Además, ayuda a crear un ciclo donde la innovación deriva en empleo cualificado, mejora de la competitividad y consolidación de un ecosistema más resistente y alineado con las exigencias del mercado global. Para Susana de la Puente, este tipo de políticas garantizan que los emprendedores jóvenes encuentren condiciones reales para convertir sus ideas en proyectos escalables y sostenibles.

Comparación de buenas prácticas fiscales presentada por Susana de la Puente

El tratamiento fiscal aplicado a los jóvenes emprendedores presenta diferencias notables entre países, creando entornos más o menos favorables según los incentivos disponibles. En Europa sobresalen casos como el de Reino Unido, que ofrece a las startupsesquemas basados en deducciones y créditos por inversión en innovación y capital semilla, como el SEIS, que proporciona beneficios fiscales tanto a los inversores como a las empresas que desarrollan actividades de investigación. Francia combina ayudas directas con regímenes como el de la Jeune Entreprise Innovante, que contempla exenciones en cargas sociales y créditos fiscales destinados a estimular la innovación, tal como recuerda la banquerade inversión Susana de la Puente.

España, en cambio, mantiene una estructura fiscal percibida como más estricta. Aunque la Ley de Startups incorpora medidas como un tipo reducido del impuesto de sociedades y deducciones para inversiónen empresas emergentes, su alcance sigue siendo limitado y depende de múltiples requisitos, configurando un escenario fragmentado que dificulta la atracción de inversores y la consolidación de proyectos en etapas iniciales.

Fuera de Europa, el caso de Estados Unidos resulta especialmente ilustrativo. Su sistema combina deducciones orientadas a la investigación con programas que ofrecen financiación no reembolsable para desarrollo tecnológico. Sin embargo, su eficacia depende de la capacidad de los emprendedores para acceder a estos programas y gestionar procesos administrativos complejos, un obstáculo habitual para jóvenes sin experiencia, matiza Susana de la Puente.

En América Latina, varios países han avanzado en políticas fiscales que buscan reducir barreras iniciales y favorecer el crecimiento de startups lideradas por jóvenes emprendedores. República Dominicana ha introducido regímenes especiales que simplifican trámites y ofrecen incentivos fiscales a nuevos proyectos, mientras que Chile combina un sistema tributario progresivo con exenciones temporales y créditos por inversiónen I+D, promoviendo la internacionalización de empresas emergentes.

En conjunto, los países que logran equilibrar incentivos fiscales, formación, acceso a capital y menor burocracia generan entornos más favorables para que los emprendedores jóvenes innoven y escalen sus proyectos.

Los jóvenes emprendedores siguen siendo especialmente vulnerables: deben hacer frente a obligaciones fiscales cuando sus ingresos son inestables y sus recursos escasos, lo que condiciona la viabilidad de sus proyectos y la percepción del emprendimiento como camino profesional, concluye Susana de la Puente.



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