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La educación financiera: una asignatura pendiente desde la escuela primaria

· Por Jordi Almir, presidente de AIF Catalunya

Jordi Almir, presidente de AIF Catalunya.
Jordi Almir, presidente de AIF Catalunya.
Hablar de educación financiera en España sigue siendo, en demasiadas ocasiones, una conversación aplazada. Sin embargo, los datos y la experiencia diaria nos indican que ya no se trata de una opción deseable, sino de una necesidad estructural. Si aspiramos a formar ciudadanos responsables, críticos y preparados para desenvolverse en una economía cada vez más compleja, la educación financiera debe incorporarse de forma sistemática desde la escuela primaria.

Vivimos en una sociedad en la que, desde edades muy tempranas, los menores interactúan con el dinero: realizan compras digitales, reciben pagos electrónicos, consumen contenidos que promueven el gasto inmediato y, más adelante, se enfrentan a decisiones como la contratación de servicios financieros, créditos o planes de ahorro. No obstante, la mayoría de estos jóvenes alcanzan la edad adulta sin haber recibido una formación básica que les permita comprender conceptos esenciales como el ahorro, el endeudamiento responsable, el interés compuesto o la planificación financiera a largo plazo.

Esta carencia tiene consecuencias claras. La falta de conocimientos financieros está directamente relacionada con niveles más altos de sobreendeudamiento, menor capacidad de ahorro, vulnerabilidad frente a productos financieros inadecuados y una limitada planificación del futuro. No es un problema individual, sino colectivo, que afecta a la estabilidad económica de las familias y, por extensión, al conjunto de la sociedad.

Introducir la educación financiera en la escuela primaria no implica convertir a los niños en expertos en economía, sino proporcionarles herramientas básicas adaptadas a su edad. Se trata de enseñar hábitos, valores y nociones sencillas: la diferencia entre necesidades y deseos, la importancia de ahorrar, el valor del esfuerzo, la planificación y la toma de decisiones informadas. Estas competencias, al igual que la lectura o las matemáticas, se consolidan mejor cuando se adquieren de forma progresiva desde los primeros años de formación.

Además, la educación financiera contribuye de manera directa a la igualdad de oportunidades. No todos los hogares cuentan con los conocimientos o los recursos necesarios para transmitir estas nociones en el ámbito familiar. La escuela, como espacio de equidad, debe garantizar que todos los alumnos, independientemente de su entorno socioeconómico, tengan acceso a una formación básica que les permita desenvolverse con mayor autonomía y seguridad en el futuro.

Desde AIF Catalunya consideramos que esta formación debe impartirse con un enfoque práctico, neutral y alejado de intereses comerciales. Es fundamental que los contenidos sean diseñados con criterios pedagógicos, supervisados por las administraciones educativas y apoyados por profesionales cualificados, evitando cualquier tipo de sesgo o promoción encubierta de productos financieros.

Invertir en educación financiera desde la escuela primaria es invertir en una ciudadanía más preparada, responsable y resiliente. Es una medida preventiva que reduce problemas futuros y fortalece el tejido económico y social del país. Retrasar este debate ya no es una opción. La pregunta no es si debemos formar en finanzas a nuestros jóvenes, sino cuándo decidiremos hacerlo de manera decidida y estructural. Y la respuesta, a nuestro juicio, es clara: cuanto antes, mejor.

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