Doña Gloria apareció en acto público como autoridad que es, oficialmente e hizo unas declaraciones insultantes, y, lo que es peor, sintomáticas de lo que ignora de cuál es su posición, obligación y responsabilidad. Esta Señora tiene todo el derecho del mundo a pensar lo que le dé la gana, expresarlo en la intimidad, en mítines políticos como militante, en la ducha, o educando a sus hijos, pero en representación oficial, no. Y si decide hablar, como delegada del Gobierno, de las tragedias de las violaciones que se producen en terrenos de su jurisdicción, debe hablar como responsable última de la seguridad ciudadana en su zona y mando superior de las fuerzas del orden. No viene mal recordarle que, como servidora pública es empleada nuestra, de los ciudadanos que pagamos impuestos, y sólo nos debe explicaciones de qué hace para mejorar nuestra seguridad, de todos, hembras y varones, del género que sea. De cómo cumple con su importante labor.
Así, cuando la señora Calero dice que las mujeres tienen el derecho a salir libremente cuando quieran, con quién quieran y dónde quieran, idea que compartimos al 150%, lo único que tiene que explicar es qué ha hecho y qué piensa a hacer para que ello sea posible y una realidad, dado que no estamos ni estaremos en un mundo perfecto, y existen y existirán, desgraciadamente, alimañas repugnantes que violan en su jurisdicción. Pero es que doña Gloria añade, como delegada del Gobierno, que no “podemos volver atrás” a la cultura de la violación. ¿En serio? ¿Cómo se atreve? En España, ni en ninguno de sus rincones ha habido nunca “cultura de la violación”, antes al contrario. Es más, desde que existen estadísticas fiables y comparaciones internacionales, España figura a la cola de los países democráticos dónde suceden violaciones. O sea que si observa UD., inenarrable doña Gloria, aun en esos meritorios puestos internacionales, un aumento relativo de la inseguridad en su zona, nos preguntamos si no se debe a su incompetencia profesional o mala gestión, como uno de los motivos.
Pero no contenta con eso, la Sra. Calero encuentra la raíz del problema de la “vuelta a la cultura de la violación” en la actitud de “los hombres actuales” que nos hemos vuelto de pronto, no se sabe si como consecuencia oculta de las ondas electromagnéticas, en violadores potenciales ejercientes o agazapados. “Los hombres”, así dicho, todos, incluyendo a su padre, su marido, sus hijos, los policías que están a sus órdenes, al cura párroco y al kiosquero de Antofagasta. Lo que, por cierto, le exime de su responsabilidad de asegurar la seguridad ciudadana, porque la solución estaría en una mutación que debemos operar los hombres para dejar de ser violadores potenciales. Ante ese insulto idiota pronunciado oficialmente como Delegada del Gobierno es cuando nos surgen las ganas de soltarle cuatro frescas, cosa que no haremos para no chapotear en el mismo albañal que Doña Gloria, no vaya a ser que nos confundan. Más bien cogeremos altura y nos alarmaremos al comprobar en qué manos está la gestión de nuestra seguridad y sobre todo delataremos una carencia grave y abundante de muchos puestos operativos nombrados por este Gobierno. Por favor dejen de creerse misioneros de una ética de catafú, dejen las moralinas de churrería para sus aquelarres privados y céntrense en cumplir con su obligación técnica, en servir a la ciudadanía con eficiencia.