Fue, por tanto, la noche del 20 de enero, cuando las tropas soviéticas entraron en la ciudad, rodeando las áreas donde se habían concentrado las protestas.
Con el uso de armas letales, las tropas abrieron fuego contra la multitud, causando una verdeara matanza. A medida que la noche avanzaba, los soldados irrumpían en las casas y los edificios disparando indiscriminadamente. La masacre de Bakú es considerada como uno de los mayores actos de violencia en la historia del Azerbaiyán y uno de los peores crímenes cometidos por las autoridades soviéticas contra sus propios ciudadanos. Estos últimos se vieron sometidos militar, política y moralmente por parte de las autoridades soviéticas que de esta manera perderían cualquier tipo de legitimidad.
Al día siguiente, el Líder Nacional, Heydar Aliyev, padre del Azerbaiyán moderno, condenó con gran firmeza y patriotismo el injusto asesinato perpetrado en Bakú contra personas inocentes el día anterior. De esta manera, en la Representación Permanente de Azerbaiyán en Moscú, exigió una valoración político-jurídica de la masacre y el castigo para los culpables.
En febrero de 1994, el Milli Majlis, parlamento azerbaiyano, celebró una sesión extraordinaria donde calificaría el suceso como crimen y agresión militar. Serán meses más tarde, en marzo de 1994, cuando se adopte la Resolución: “Sobre los trágicos acontecimientos del 20 de enero de 1990, en Bakú”. De esta manera, el 20 de enero fue será declarado Día de Luto Nacional. Lo sucedido el 20 de enero de 1990 fue un punto de inflexión en la restauración de la independencia estatal de Azerbaiyán. Estos tristes acontecimientos contribuyeron a la construcción de la identidad nacional del pueblo azerbaiyano, sometida a la opresión del régimen soviético durante años.
En ese día, los que dieron sus vidas para defender su país dejaron marcada la historia del heroísmo del pueblo azerbaiyano. El 20 de enero de 1990 es considerado como día de orgullo nacional en Azerbaiyán, confirmado que el pueblo azerbaiyano es una nación libre, soberana e independiente.
En conclusión, los acontecimientos que tuvieron lugar el 20 de enero fueron perpetrados violando flagrantemente las normas del derecho internacional. A pesar de haber transcurrido 33 años, la comunidad internacional todavía no ha ofrecido su evaluación jurídica, pero los trágicos incidentes deberían ser calificados como crimen de lesa humanidad y por tanto los dirigentes de la antigua Unión Soviética deberían asumir la responsabilidad directa de los mismos y ser juzgados ante la Corte Penal Internacional.