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La caída de Robespierre

La caída de Robespierre
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· Por Abel Cádiz

domingo 25 de junio de 2023, 10:07h
Creo no equivocarme si pienso que este articulo suscita su curiosidad porque se supone que algo tendrá que ver con Pedro Sánchez. De hecho, he visto algún wasap, dentro de la campaña que se realiza en las redes, utilizando como metáfora un manifiesto que advertía del peligro de entregar el poder a Robespierre en la Francia revolucionaria. El autor era un diputado llamado Petion y no le sirvió. Fue guillotinado y Robespierre ejerció un poder que pasó a la historia como el periodo del terror, durante el cual la oposición de palabra u obra concluía en la cesta de la guillotina.

Pero asociar a Robespierre con Sánchez es impropio y voy a señalar, al menos, cuatro diferencias sustanciales. La primera es que Sánchez no guillotina a sus adversarios (otra cosa es que los “mate” políticamente). Nadie puede probar siquiera que se le pase por el pensamiento el deseo de disponer de guillotina, como a alguno de sus aliados de Podemos. Pero, si llegara a pensarlo ya nos dicen, a propósito de los independentistas, que el pensamiento y la palabra no delinquen.

La segunda diferencia es que Robespierre sigue suscitando interés. Este mismo año acaba de publicarse un libro del historiador Colin Jones que dedica 660 páginas a relatar lo que ocurrió en una sola noche, la que se inicia en la Convención, en el que Robespierre anuncia que sabe quiénes son los corruptos y antirrevolucionarios, hasta que quien cae es él. Es dudoso que el deseo que expresó Sánchez: se me recordará por haber sacado a Franco del Valle de los Caídos, quede en la historia. Una tercera diferencia por la que la comparación sería impropia, en este caso para Robespierre, el Incorruptible, es que su figura ha tenido no pocos admiradores; el premio nobel Anatole France le dedica párrafos exculpatorios por boca de uno de sus personajes:

¿Es que vacilará la República por sacrificar unos cientos de cabezas que amenazan la revolución? El antiguo régimen reafirmaba su poder ahorcando cada año a quince mil. Robespierre debe salvar a Francia contra su voluntad. Le acusan de dictador, singular dictador que camina sin escolta y se hospeda en casa de un ebanista (…) un ciudadano que se mantiene pobre, víctima de sus astutos enemigos…

Admitamos que tampoco hay comparación posible entre nuestro presidente, al que fascina el lujo y el oropel del cargo, con la figura del que fue dueño de Francia y vivía en una habitación alquilada al ebanista Duplay, un admirador ferviente que se había inscrito en el Club Jacobino para no perderse un solo discurso de su idolatrado inquilino.

Concluyo con la cuarta diferencia. Robespierre admira a Rousseau y quiere la sociedad ideal descrita por el filósofo: una persona nace con bondad natural, pero la sociedad imperfecta la corrompe. Robespierre cree en la virtud del pueblo y se considera depositario de los valores de la revolución. Incluso le preocupa la salud del alma de los franceses; el ateísmo revolucionario ha convertido las iglesias en almacenes, hasta Notre Dame es un arsenal de la Guardia Nacional. Como el poder es suyo no tardará en decretar la existencia del Ser Supremo fijando el día de su festividad.

¿Se puede encontrar similitud? De nuestro presidente no conocemos lecturas, se le achaca el uso del copia/pega para su tesis. Rosa Diez lo retrata de manera inmisericorde en su libro Caudillo Sánchez. Dice que su principal rasgo es la pulsión de poder desde que estaba alineado con los renovadores de la base, un grupo de jóvenes dispuestos a escalar dentro del difícil organigrama del PSOE. Tuvieron su momento, para desgracia de España, al apoyar a Zapatero frente a Pepe Bono. Luego sufrieron un total descalabro cuando, ninguneados por el aparato madrileño controlado por Simancas, un miembro destacado del grupo, el diputado autonómico Tamayo, se vengó negándole la presidencia. Ahí desaparecieron los renovadores, condenados por un implacable Pepiño que rescató a Sánchez junto a dos inteligentes activistas, Oscar López y Antonio Hernando, que hoy forman parte de su equipo monclovita.

Mas la historia es maestra de vida y siempre encuentra semejanzas cuando se trata del poder. Volvamos a la noche del 26 de julio de 1794. Robespierre hará su discurso en la Convención y denuncia las conductas que atentan contra la revolución: hay que depurar los Comités, extirpar a los corruptos. Pero comete un error, se abstiene de dar nombres. Un discurso así llevó a la guillotina a los diputados de la Gironda. Ahora, quienes se saben amenazados apenas llegan a la docena y esa noche no dormirán, porque va a desarrollarse una batalla en las sombras que hará caer a Robespierre, el hombre que se cree invulnerable y ha situado a docenas de leales en los centros de poder, pero no tiene en cuenta que las lealtades en política son volátiles.

Lo que acaece en solo veinticuatro horas es una combinación de reuniones agitadas en varios domicilios, en cuarteles de la guardia nacional, en los diversos distritos de Paris, en el palacio de la municipalidad. Pronto se evidencia una actuación muy distinta de los partidarios de Robespierre y de sus enemigos: el miedo a la guillotina une más a estos y no descansarán. Será una batalla por el relato, los fake news no son una invención moderna, circularán en todas direcciones, los panfletos se trasladan a caballo en la noche parisina hasta alumbrar el día del 27 de julio que está plagado de paradojas y cambios de opinión. El relato que ha triunfado va a condenar a Robespierre y sus amigos, junto al alcalde y los concejales que le apoyaron en la Maison Commune. A las 9 de la mañana del día siguiente, la Convención, con la presencia de muchos diputados perplejos, acepta sin rechistar lo que el presidente Thuriot hace escribir en el acta: El suelo de la República no puede seguir viéndose mancillado por un monstruo que estaba resuelto a proclamarse rey.

En consonancia con la tremenda acusación, en la tarde de ese mismo día 28 de julio de 1794, la cabeza de Robespierre cae en el cesto de la guillotina. Casi se me olvida señalar una similitud circunstancial: también asistiremos a una batalla por el relato, cuyo resultado conoceremos el día 23 de julio de 2023. Pero habrá una diferencia, no habrá guillotina, simplemente celebraremos que no cobre vida otra vez Frankenstein.

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