Con estos actos únicamente vemos como un Gobierno en el que toman las decisiones personas físicas, cede ante tal chantaje y crea entre los ciudadanos de a pie como usted y como yo, una crispación y un enfrentamiento innecesario. Vemos como priman los egoísmos ante el sentido común y el sentido de ciudadanía, en este caso a entender las propuestas, tener el derecho de réplica, ya que todos los ciudadanos españoles conocemos nuestra lengua oficial y con esta decisión implementada desde el lunes, lo único que se hace es complicar su comprensión, pudiendo ser más fácil debatir y proponer todos en la lengua que nos une.
La Constitución nos aclara en su artículo tercero que el castellano es la lengua oficial, de la cual todos los españoles tienen el derecho a usarla y el deber de conocerla pues es la lengua que une esta amalgama de culturas, tradiciones y lenguas completamente diferentes que llamamos España.
En cambio, las lenguas cooficiales tal y como dice la Carta Magna, sólo son oficiales en sus respectivas CCAA, por lo que en el Congreso de los Diputados, el cual engloba representaciones de todas las provincias y CCAA, no tendría por qué usarlas, y sería más de sentido común utilizar el castellano como lengua oficial para debatir y proponer, en vez de usar las lenguas cooficiales mediante las cuales se retrasa y entorpece el correcto funcionamiento de la Cámara.
Esta implementación consecuentemente ha disparado el gasto público en esta Cámara invirtiendo dinero público en una actividad prescindible e innecesaria, que como hasta hace una semana ha venido siendo, porque desde la implementación de la democracia en España, nunca antes se había vejado tanto esta forma de Gobierno como se está haciendo en los últimos meses y años.
Desde hace siglos, para personas que hablan una lengua diferente, siempre ha habido una lengua común en la que puedan entenderse. Es el caso del francés durante los siglos XIX y XX y el inglés desde mediados del siglo XX hasta nuestros días. Hasta el día de hoy no se ha pretendido destruir este avance y comodidad que supone comunicarse entre culturas diferentes a través de una misma lengua e implantar traductores auditivos como si fuésemos cyborgs, tal y como vimos en las imágenes del Congreso el pasado martes; más que un pleno del Congreso en España dio la sensación que estábamos presenciando una cumbre de la OTAN.
Con el tiempo, esperemos que nuestros políticos caigan en cuenta del gasto innecesario que supone y del entorpecimiento que crea en el correcto funcionamiento de la sede de la soberanía española, argumento más que suficiente para echar atrás esta propuesta más que prescindible.