Actualmente, ya hay una flota de más de 300 millones de vehículos conectados a escala mundial, y se calcula que en dos años, según la plataforma alemana Statista, se llegará a los 400 millones, una cifra, esta última, que se prevé que se incremente en un 114 % hasta el 2035.
Pero ¿qué se entiende como coche conectado? "Son aquellos que proporcionan acceso a internet o a interactuar con dispositivos móviles, pero también los que permiten comunicarse con otros vehículos, con la infraestructura de tráfico o con peatones con el objetivo de mejorar la seguridad y el tráfico", explica Eduard Blasi, profesor colaborador de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).En este sentido, el experto puntualiza que determinados datos procesados por los vehículos y combinados entre sí permiten establecer "patrones de conducta", como, por ejemplo, la manera de conducir a raíz de determinados datos, como la forma de frenar, de acelerar o el nivel de desgaste de los neumáticos. "Son datos de interés y relevantespara la propia compañía y, por supuesto, también podrían serlo para terceras empresas, como las aseguradoras", matiza Blasi.
Pero la intromisión a la privacidad de este tipo de vehículos no acaba aquí. Una parte de ellos también dispone de cámaras tanto en el interior como en el exterior. "Estas cámaras, diseñadas para funciones de seguridad y comodidad, como la prevención de distracciones o somnolencia y la asistencia en emergencias, también recopilan datos sobre los ocupantes del vehículo y su comportamiento", alerta el profesor de la UOC.
Ante todos estos aspectos y el informe de Mozilla, Blasi subraya que hay que encontrar un equilibrio efectivo entre la tecnología y la ética en la automoción. Este equilibrio, según el experto, debe abordarse a partir de dos principios capitales en la protección de datos. El primero, la "privacidad por defecto", que es la que tiene que garantizarse desde un inicio al usuario. Este debe tener un nivel máximo de garantías en cuanto a sus datos y que cualquier información que comparta sea porque lo hace de forma consciente y voluntaria. El segundo punto es la "privacidad desde el diseño". En este sentido debe instarse a que los adelantos tecnológicos se desarrollen en paralelo a la normativa de protección de datos, de forma que otorguen al usuario el pleno control sobre sus datos.
Consejos para los usuarios
Mientras este equilibrio no llega, ¿qué pueden hacer los conductores que tengan coches conectados? Lo más importante, según Blasi, es tomar conciencia del riesgo que hay en este tipo de coches: "Estos vehículos no son solo un medio de transporte cómodo e inteligente, sino también un recopilador de nuestros datos". Es por eso por lo que recomienda revisar minuciosamente los términos y condiciones o las cookies de las páginas web y solo facilitar los datos o aceptar funcionalidades que realmente aporten un valor real. "Merece la pena hacer una doble revisión y no aceptarlo directamente", insiste.
El segundo consejo es que no se acepten términos ni condiciones de uso que no se entiendan. "Es fundamental cuestionar si ciertos datos son realmente indispensables para los servicios que se ofrecen, y evitar compartir información cuya finalidad no esté clara o no parezca relevante", apunta.
Blasi avisa de que el objetivo de reducir el número de situaciones trágicas de los usuarios en las carreteras no puede alcanzarse a expensas de su privacidad. "Debe ponerse el foco en el avance y, sobre todo, en la seguridad del conductor, pero simultáneamente hay que garantizar que sus datos personales no sean comprometidos o utilizados indebidamente", concluye.