Según la EPA de cierre de 2023, España sigue con más de un millón y medio de trabajadores en situación de subempleo: 1.639.700. Solo se ha reducido en algo menos de 30.000 personas con respecto a 2022, aunque el paro haya bajado, según la misma fuente, en casi 900.000 personas. Es decir, la mejora en los datos del paro no llega a los que ya trabajan en condiciones precarias. Hasta el punto de que más de un millón de personas, 1.010.400, están subempleados a pesar de tener un contrato indefinido. Es el peor dato de los últimos cuatro años. En 2019, había 846.000 subempleados de este tipo; y con respecto a 2022 han aumentado en 21.200 los indefinidos precarios.
El subempleo tiende a cronificarse y a llevar a estos trabajadores al riesgo de exclusión social. Casi medio millón, 455.600 personas, llevan seis años o más en esta situación. Son 12.300 más que en 2022. Pero el dato es peor en las mujeres: 288.600, 22.100 más que en 2022 llevan al menos seis años subempleadas.
“Durante los últimos tres años, hemos visto cómo han aumentado los contratos a tiempo parcial, tanto los de jornadas de menos horas como los fijos discontinuos. Y la parcialidad afecta, sobre todo, a las mujeres. Son ellas las más subempleadas, 1.014.700 por 625.100 hombres. Que siga habiendo más de un millón de trabajadoras pobres no es síntoma de mejora del empleo ni de la reducción de la brecha de género”, analiza Joaquín Pérez, secretario general de USO.
El dirigente sindical propone como medidas para corregir esta situación “la recualificación, sobre todo digital, de estos colectivos subempleados; la reducción de la jornada laboral para aumentar las horas que se trabajan en las jornadas parciales y su remuneración; y un plan específico para el subempleo de larga duración, igual que debe hacerse con el paro”.
Porque, recuerda, “un subempleo es un trabajo que te saca de las estadísticas del paro, pero no te permite llegar siquiera al SMI”.