Prácticamente ocho meses después Collboni y el PSC siguen en el mismo punto de partida: sólo con 10 concejales frente a los 31 que suma su oposición (11 de Junts, 9 de Bcn Comú, 5 de ERC, 4 del PP y 2 de Vox). A pesar de todos los intentos de pactos, naturales o anti-natura, no se ha alcanzado acuerdo alguno, lo que demuestra que Collboni no tiene mucho predicamento entre sus rivales políticos y que tampoco les necesita tanto para “venderse” por un plato de lentejas cuando tiene lo que quiere: la alcaldía y la llave de Barcelona. Se ha hablado de la suma entre Trías y Collboni (21 concejales) pero el acercamiento nunca ha alcanzado niveles de negociación. Y la que parecía ser la alianza natural, el llamado pacto de las izquierdas que ya se ha editado con anterioridad en ese Ayuntamiento, parece encontrar un escollo tras otro. De hecho, cuando parecía que el PSC estaba cerca de cerrar el trato con ERC de Maragall llega la exalcaldesa Colau y dice que no se suma por el momento, en un ataque de divismo propio de ese personaje que prometió no poner palos en las ruedas a la gobernabilidad pero que es incapaz de irse de Barcelona con la cabeza en alto. Parece que hace demasiado frío por ahí y que la poltrona, la que sea, es más cómoda y segura si se trata de la Ciudad Condal.
Ante éste “maravilloso” panorama Jaume Collboni y los “sociolistos” catalanes han sido incapaces de que se aprobaran los presupuestos municipales del 2.024 cuestión tremendamente perjudicial para la ciudad. Y así seguíamos hasta que el pasado día de los enamorados cuando, en un inusual discurso en el Saló de Cent, el actual alcalde de Barcelona indicó que los presupuestos los aprobaba en Comisión de Gobierno, evidentemente compuesto en exclusiva por los concejales del PSC, y a continuación los presentará en la Comisión especial de Presupuestos del próximo martes para que sea aprobada su segunda versión por los representantes de los partidos políticos locales. En definitiva, que los socialistas barceloneses quieren que los 3.735 millones de presupuesto se aprueben a la voz de ¡ya!. Aunque parece que no será así, salvo sorpresa mayúscula, porque no conseguirá “quorum” en esa comisión especial con todos los partidos de la oposición presentes.
Por ello Collboni se saca un órdago de la manga indicando a los probables compañeros de viaje municipal que o aprueban el presupuesto o recurrirá a la cuestión de confianza: un mecanismo por el que presenta sus cuentas en el Plenario y si en un mes no se articula una mayoría alternativa para arrebatarle la alcaldía -opción bastante improbable dada la composición política del consistorio-, quedarían aprobadas las cuentas automáticamente. Esta treta legal, que el PSC piensa va a salirle bien para aprobar los presupuestos del 2024, ya ha sido utilizada en tres ocasiones con anterioridad: Trías en el 2013 y Colau en el 2017 y 2018. Todas ellas se saldaron con el presupuesto correspondiente aprobado sin cambio de ocupante de silla. Si eso fuera así, a finales de abril la ciudad de Barcelona dispondría de presupuesto.
¿Se imaginan ustedes que la treta de Collboni le salga mal y que “por aquellas cosas de la política” la oposición alcanzara un pacto y mandara al PSC al otro lado de la mesa? Es prácticamente imposible por que nadie quiere pactar con PP ni Vox al ser esas “fuerzas de colonización super fachas fachísimas y malas malísimas de la muerte…” y parece poco probable que Junts, ERC y Comuns pacten entre ellos cuando tienen tantas “historias” en común con el socialismo catalán y español del PSC-PSOE y favores por intercambiar. Por eso Collboni se ampara en esa recurrente treta para demostrar que se gobierna con él o nadie va a poder hacer nada. Tal como está el patio y gracias al gratuito apoyo inicial del PP vamos a tener presupuestos forzados años tras año con mociones de confianza. Al menos no nos aburriremos. ¡¡Barcelona is different!!