Trátense de una derrota amarga al incluir regiones como la Anatolia, antaño considerada un bastión del islamismo moderado. Y simboliza una victoria histórica para la oposición de Kemal Kiliçdaroglu al reiterar mandato tanto en Estambul como en Ankara. Hace un lustro el CHP se impuso en las dos grande metrópolis destronando al todopoderoso AKP, gobernante indiscutido desde finales del siglo XX.
Las palabras de agradecimiento a los electores de Ozgur Ozel, secretario de la formación opositora, hicieron hincapié en “el deseo de que se establezca una nueva forma de hacer política en Turquía”. Lo secunda la intervención del reelegido alcalde de la ciudad más europea, Ekrem Imamoglu. Dirigiéndose a los votantes incidió en “la autoridad conferida por el pueblo con el objetivo de abrir las puertas al futuro”. El duro revés para el AKP tiene lugar a los pocos meses de la reelección de Erdogan, que confiaba revalidar su indiscutida autoridad. Una victoria habría reforzado el control presidencial sobre el país y su fervorosa sociedad, pese a la inestable situación económica y las críticas por la nefasta gestión tras la emergencia que provocó un devastador terremoto en febrero de 2023.
Dato mata relato. La formación islámica sigue dominando el centro del país y las zonas del sureste, incluidas las mediáticas ciudades de Gaziantep y Kahramanmaras. Sin embargo es noticia la pérdida de Adiyaman, histórico feudo del AKP, y el éxito del partido demócrata prokurdo (Dem) en el área indicada. Las amplias superficies territoriales del oeste, tanto norte como sur, quedaron bajo el control del CHP. A las dos grandes metrópolis cabe añadir Izmir, Adana y las localidades de Antalya, Bursa y Balikesir, la cuarta ciudad más grande de Turquía.
Los sondes fracasaron estrepitosamente. En la misma Estambul el renovado alcalde Imamoglu se impuesto al candidato del AKP por un margen superior al millón de votos. Un resultado inesperado al hilo de la campaña electoral que el mismo Erdogan protagonizó en ambas orillas del Bósforo. Los datos del Consejo Electoral turco refuerzan la imagen de desmoronamiento de la formación presidencial. El CHP se impuso en 36 de los 81 municipios y en 14 de las 30 zonas urbanas del país. El mencionado Imamoglu redactó en la aplicación social X que “al celebrar similar victoria, enviamos un importante mensaje: el ocaso de la democracia termina ahora”.
Originario de una aldea de la región de Erzincan (Anatolia), fue investido alcalde de Estambul en 2019. Hace un año decidió presentarse a las elecciones políticas como número dos de Kemal Kiliçdaroglu. Según reputados analistas la contundente victoria le refuerza como gran antagonista de Erdogan de cara al futuro embate presidencial. No hay duda de que haya adquirido mayor peso político y popularidad.
En la sede del AKP buscan respuestas al que ha sido el primer gran revés electoral desde la llegada de Erdogan al poder hace 21 años. El mandatario no puede darse el lujo de ignorar el contundente mensaje emitido por las urnas. La cita electoral tuvo lugar en un contexto adverso. Turquía se enfrenta a una prolongada recesión económica, y no se vislumbra su fin a pesar del viraje draconiano adoptado al revalidar la presidencia en mayo de 2023. La implementación de políticas económicas más ortodoxas para aquietar la inflación y reducir los precios no ha surtido efecto. Tampoco el regreso Mehmet Simsek como responsable financiero o la decisión del Banco Central de aumentar los tipos de interés al 45% han repercutido en los mercados. La inflación sigue cebándose con el poder adquisitivo de los turcos.
Datos oficiales indican un aumento del 67% en febrero en comparación con el mismo periodo de hace un año, pero estimaciones no estatales lo elevan hasta el 100%. Y la parálisis económica repercutió en la abstención de una importante base electoral del AKP. Otras preferencias migraron hacia una nueva formación islamista, el Nuevo Partido del Bienestar, que surgió ante la negativa del mismo Erdogan a romper lazos comerciales con Israel por la invasión militar de Gaza.
Los académicos Valeria Talbot y Cemai Babaoglu, conocedores de los entresijos políticos de Turquía, descartan que el terremoto electoral tenga repercusiones inmediatas a escala nacional. Erdogan intentará reforzarse políticamente y estrechar nuevas alianzas electorales de aquí al final de la legislatura. El AKP sigue siendo el partido más representado en la Cámara Baja, pero la mayoría no posibilita revisar la Constitución y facilitar una nueva candidatura en 2028.
Lo que ha cambiado, a raíz del resultado electoral, es la percepción de una sociedad dispuesta a renegar de su polémico mandatario. “Especialmente en las grandes ciudades”, subraya el analista Selim Koru. Muchos ciudadanos aprovecharon la cita electoral para lanzar un mensaje de desconfianza a un Gobierno que se caracteriza por el estilo autoritario como demuestran las limitaciones a la libertad de expresión y la metástasis política en el sistema judicial.
La derrota del AKP representa un punto de inflexión y queda lejana la victoria de hace un año contra una alianza de seis partidos que buscaban destronar a Erdogan. “A partir de ahora”, matiza Aslı Aydıntaşbaş de la Brookings Institution, “el autócrata se enfrentará a una oposición ordenada”.